Víctor Corcoba

 

EL CARÁCTER



Hay amores que viven en nosotros
y por la voz nos reconocen,
somos como somos,
la forma de ser que el corazón vierte.

El que no tiene carácter es una piedra
con movimiento de estatua ciega,
que nada es y nada revela,
donde no cabe la vida ni el sueño.

Porque es necesario el temple firme
para hacer frente a las desengaños,
el ardor guerrero del sol
y el arranque de la aurora sobre la noche,
levanto mi voz con la grafía del mar.

El mar en su bravura y mesura,
con la audacia que mueve el aire sus brazos,
nos propone ser jinetes de ojos abiertos
antes de que la burla nos desfigure
la personalidad con un cincel en el pecho.

Y para siempre nos duela la carne del alma
por haber sido corchos en una sociedad
que rubrica sus derechos de propiedad
a su manera, que no tiene porque ser la mía.

Hay que dejar al hombre ser hombre,
que el hombre sea amante de sí mismo,
que se cultive en el hábito de quererse
para querer y, así cautivo, liberarse de mundo,
de un mundo de cosas que esclavizan.

Nos hace falta sembrar energías puras
para recoger esencias y coger los estribos del ser.
De un ser reencontrado a su especie y a su modo.
Dejar, pues, que el singular atributo de la letra,
con distintivo de género humano, trace sus pasos.
Es un buen signo de hacer camino,
cada cual con los suyos y los suyos con los demás,
respetando los andares de uno en uno, todos unidos.
 

 

El pregón del 2008

 

    El lenguaje familiar es un lenguaje de paz.
La paz es la lengua del amor.
El amor es el habla del silencio.

    Silencio pido para escucharse.
Escucharse para entenderse.
Entenderse con la vida ya es vivir.

    Vivir el 2008 entregado,
sólo la entrega merece ser vivida.

    Vivir el 2008 queriendo,
sólo el querer alcanza la existencia.

    Vivir el 2008 deseándolo,
sólo el deseo de saber que soy, nos reaviva.

    Que reavive el corazón antes que el hombre.
Que del hombre provienen los males.
Males que enferman el mundo.

    Ahogado el mundo creado para ser recreado,
también muere en nosotros,
tan vivos hoy con la aurora de los cielos.

    ¡Cielos!, que el cielo siga dándonos aliento,
a los que piensan y a los que sienten,
a los que se inhiben y a los que se aletargan.

    ¡Aleluya!, que el nuevo año ha dicho amén.
¡Aleluya!, la alegría está servida.
¡Aleluya!, estamos más cerca de Dios.
Buenos días, Señor.

 

 

DESTRUIDA LA BELLEZA, SE DERRUMBA LA VIDA


Marchitada la belleza de la creación,
nos queda sólo seguir penando
con los ojos ahogados de lágrimas.

Destruida la gracia del asombro,
se echa por tierra lo que el cielo engrandece,
las maravillas siderales,
el bosque de las grandezas,
el sueño de los poetas,
la oración del aire, el canto de las delicias.

Este mundo ya no es el mundo del verso,
obra de Dios y que por Dios vive,
hay que retomar el pulso santo
y tomar la vida unidos por el verbo,
antes de que la noche
nos siegue la vida para siempre,
y como las telas de araña
se nos rompa el hilo de tanto tensarlo.

Mortecina historia la del ser humano
deshumanizándose,
familias contra familias,
la explosión de la ordinariez
en carne viva,
destronando el orden que rige el universo.

Somos de un desorden mayúsculo
en el minúsculo espacio,
el desentono que todo lo desentona
al par de la envidia y el egoísmo,
la mentira en un cristal virgen,
el espejo de la apariencia,
el rey de las brutalidades,
el gobierno de la ambición,
el último refugio del fracaso
de una ciudadanía sin conciencia,
en pugna de mordiscos contra sí.

Se han perdido las sonrisas del alma,
porque el mal avanza destruyendo la belleza,
esparciendo las semillas del odio
en una creación engreída y recluida.

Alejados del Creador seremos soledad
de fuego, llama que envenena
las rosas que fueron rosas
sobre los caminos de la existencia.


 

MARTIRIO DE NUESTROS DÍAS


Los vientos andan crecidos
de injusticia social
y trotan por el camino del vicio
tan espigados como los ojos del sol.

Las plazas son balcones de odio.
Torres de fuego dejan sin aire,
lo que es aire de vida,
y la baranda del tiempo quema
lo que aún es poesía de verde rama.

Todo es desespero,
ni un grano de alegría en el cuerpo,
rearme militar hasta los huesos,
sones de águilas al acecho
se tragan todas las sonrisas,
celdas de armadura por doquier,
dolores y más dolores se clavan
en los pétalos del corazón,
se sirven en bandeja como si nada,
y nadie retira los platos rotos.

Ciegos, vamos feneciendo
entre las sábanas del abuso,
los cumpleaños de hipocresía,
las onomásticas de la sin razón.

En las habitaciones de la tierra
ya no hay espacio para el amor,
sólo interés bañándose en el capital,
a un rédito de camuflaje.

Crecí besando odio y amargura,
dirán nuestros hijos,
que han guardado sus heridas abiertas
para cerrar la venganza,
en este mundo de poderes,
que poda libertades y despide ira.

El exceso de cólera
encala las paredes del ser humano
y aviva el cancionero de la locura.
¡Qué pena! ¡Qué dolor!

 

 

BUSCANDO A DIOS

 

«Estas son tres formas elementales de la experiencia de Dios

y de la relación con Dios;  nosotros vivimos por obra de Dios,

ante Dios,  y podemos vivir con Dios»

(Gerhard Ebeling, «Sui Salmi», Brescia 1973, p. 97).



A Dios hay que buscarle

en el verso de la vida,

en la vida sigilosa

y en los latidos del alma.

 

Dios se halla en la pureza

del cielo y en el culto

a la verdad más nívea,

y en la luz más etérea

del eterno y cautivo verso.

 

Porque...

por amor, Dios creó al mundo,

y del mundo es su Señor,

manantial de orden moral,

río de alegría y mar de gozos.

A Él se llega

con las manos  inocentes

y el corazón limpio,

con los labios abiertos

al lenguaje de la autenticidad,

con el abecedario de la entrega

a los últimos

y con los bolsillos vacíos.

 

Sólo Dios nos ama

con un amor alto y vivo,

comprensivo y paciente,

como un Padre amoroso,

que no tiene otro compás,

que la compasión y la piedad.

 

La mano de Dios,

es una mano que perdona,

y una voz que es camino,

y un camino que es esperanza.

Sólo hay que seguirle y abrazarle.

 

 

POR LA CRUZ A LA LUZ

 

 Vivir la cuaresma es hacer silencio

y citarse con soledad, revivir

y hacer penitencia, ¡darse!.

 

Darse a los demás,

renacer en transparencia,

resucitar la inocencia,

tomar conciencia y pedir perdón.

 

Para encontrar la paz

y reencontrar la luz,

que la cuaresma es tránsito

de las sombras al asombro.

Porque la conversión

es entrar en un mismo,

como el aire penetra en el mar;

hallarse como en el cielo,

bajo una luna creciente,

y sobre un naciente sol,

que haga brotar el amor.  ¡El amor!.

 

 

 

Víctor Corcoba Herrero

 

DEL CAVIAR DE VERBOS,

A LOS VERSOS PARA CAVILAR

  

I

      Estoy mejor que ayer

y peor que mañana.

¿Cuándo el mundo dejará

de convivir

con la piedra al cuello?

 II

      Entrando la Semana Santa

me quedo sin palabras

porque los penitentes

se tragan las sílabas,

los salmos y las salves.

¿Quién me evoca

una saeta

para entregarme

al silencio?.

Silencio al paso,

pasa Cristo, ¡Cristo vive!.

 III

      Demasiada soledad

haciendo diarios

en el diario de la vida:

La soledad de dos en una cena.

La soledad de dos en una cama.

La soledad de uno más uno,

porque cada uno practica

el amor así mismo,

para regozarse en sí mismo,

sin el amor de dos en uno.

IV

      No basta defender a los niños,

niño hay que hacerse,

hacerse para entrar

en el corazón del cielo,

y del cielo ser un verso del beso.

 V

      Los cuernos no son cosa de tres,

es cosa de dos,

que no han sabido ser uno

para el otro y el otro para el uno.

 VI

      Cuando termino el poema,

me acuesto

y me doy la penitencia

por si algún lector

me mata

porque no miento.

 

VII

      Hace tiempo que el gozo

no me viene de la calle,

a la que no puedo callar

ni sembrando poesía,

ni labrando, ni arando,

ni gerundiando…

Probaré cerrando ventanas.

Me declaro poeta

de clausura y clausuro

morirme de risa

antes que amortajado

de tristeza.

 VIII

      Sean felices,

y coman amapolas,

y duerman como niños,

que de ellos es el sueño

de lo que será la vida.

 

Víctor Corcoba

 

 

CRÓNICA DE UN AVENTURERO

Cuatrocientos años son pocos

para lo mucho que nos enseñó.

 

 

    Diré que en un lugar, lagar de amor,

habita don Quijote de la Mancha, 

por su decir la libertad ensancha,

y en Dulcinea enmudece el dolor.

 

    El aire es un espejo de su ardor

inquieto en la quietud que nos engancha,

bajo la mecha de un sol de luna ancha,

mediador de paz y de luz dador.

 

    El caballero de triste figura

y su fiel escudero Sancho Panza,

acrecientan el culto a la cultura,

 

    con su voz cautivada de esperanza,

porque el saber salva, es flor madura

que embalsama la vida de bonanza.

 Víctor Corcoba Herrero

 

 

EL DESEO, LA ROSA Y LA MIRADA

 

 

 

            I.- EL DESEO

 

No desear nada es no vivir,

no vivir es no amar,

no amar es no querer

ascender ni encender

la hoguera del alma.

 

Desear todo es existir,

existir es amar amando,

amando el amor de amar.

 

Quien mucho ama,

conoce el deleite de la vida;

quien ama poco,

olvida la alegría de existir.

          II.- LA ROSA

 

La rosa no tiene edad,

siempre está naciendo;

edad no tiene la rosa,

siempre está viviendo;

vive en el corazón,

por eso no tiene ojos;

revive en el latido,

por eso no necesita reloj.

 

Vive porque vive en los demás.

Vive porque se desvive

hasta avivar la savia

del que le roban la vida.

III.- LA MIRADA

 

Tras la mirada, el verso.

Tras el verso,  el gozo.

Tras el gozo, la belleza.

Tras la belleza, la verdad.

Tras la verdad, el esplendor.

Tras el esplendor, la paz.

Tras la paz, escucha,

observa y calla.

Y no vuelvas la vista atrás.

LAS VIRTUDES TEOLOGALES

 

“Fundan, animan y caracterizan el obrar moral del cristiano”

 

             I.- LA FE

 

Yo soy la paz y en paz florezco.

Yo soy el amor y en amor existo.

 

Vivo cuánto más aspiro la poesía,

y cuanto más respiro el verso,

y cuánto más transpiro

la transparente luminaria

de ser la energía y el valor,

la aurora viva del cielo.

 

Porque yo soy la fe,

la que convierte la noche en día,

el día en un aire de gozos,

y el gozo de morir en vida.

¡La vida soy, en la vida vivo!.        

    II.- LA ESPERANZA

 

Yo soy el estado óptimo del optimismo.

Yo soy el estado del alma y el sentido.

 

El sentido de una vida de amor,

que no se deriva de juegos,

ni germina en los éxitos,

ni prospera en las grandes mansiones.

 

Porque yo soy la esperanza,

la que viene de Dios y en Dios se halla.

¡Y hallados en Él, se gana la Vida!.

 

 

    III.- LA CARIDAD

 

Yo soy el amor de amar amor.

Yo soy el vínculo más níveo del verso.

 

El verso perfecto que nos une a Dios

y a los demás, el verso magistral

de hermanarse todos con todos,

el amor invencible

que todo lo soporta y perdona.

 

Porque yo soy la caridad,

la que purifica el amor,

y lo eleva a la cima del gozo.

¡Y en tal alto gozo, reposa la luz!.

 

 

 

LA CRUZ GUARDA MI  FE

 

“En Él está tu vida, así como la prolongación de tus días”

(Dt 30,20).

 

Dios es la cima y el cenit del cielo,

la cruz del amor y el amor en vida,

fruto de la armónica paz que anida

en el árbol redentor del consuelo.

 

El sudario de la cruz colma el duelo,

calma en plenitud el alma dolida,

el hambre se sacia con su venida,

y la sed deja de ser un desconsuelo.

 

Con la cruz salvadora entre las manos,

el camino es camino de esperanza,

partida compartida como hermanos.

 

Libéranos Señor del mal que avanza,

dónanos la luz y la fuerza danos,

para huir del desamor que nos alcanza.

  

Víctor Corcoba Herrero

 

 

 

PARA UN NUEVO AÑO, UN NUEVO AMOR

 

 Con el alma en el alba del nuevo año,

la esperanza en miradas y moradas,

como olas al viento reavivadas

de amor, en su mar de besos me baño.

 

Expansivo el corazón como un paño,

ya que las mejores vidas pasadas

son aquellas no vividas, ni  andadas,

y si he cerrarme que sea al engaño,

 

porque vivir con la savia del verso,

es nacer a la vida en cada instante,

crecer con el árbol del universo.

 

Tenemos todo un año por delante,

para descubrir que el afecto terso,

nada encubre, ¡ amar es lo importante!. 

 

 

BAJO LOS AIRES DEL ADVIENTO

 

  

            I.- PREÁMBULO

 

Adviento es el camino hacia la luz.

El camino del creyente

y del pueblo que camina

bajo las alas del viento esperanzado,

como olas del mar sobre el horizonte

celeste, en busca del Niño

que se hizo hombre, siendo Dios,

para calmar la furia y el hambre,

para colmar de paz la vida,

cargando con la cruz a cuestas

para redimirnos de calvarios

y de selvas, bajo su salve María.

  

 II.- LOS PERSONAJES

 

El  pueblo de Israel

fue el gran remanso de paz

y de espera en la esperanza.

        

El profeta Isaías

fue el gran pedagogo

y portavoz de Dios,

la voz  y el pregonero del Señor,

precursor del universalismo

del evangelio, predicador de la paz.

 

  

 

Juan el Bautista

fue el paradigma del adviento,

ya desde el mismo vientre

de su madre, y fue el escogido

para mostrar a las gentes

el Cordero de Dios

que quita el pecado del mundo,

y dio finalmente su sangre,

como valor purificatorio

de conversión a la luz

y de amanecida a la esperanza.

 

José de Nazaret,

es, en adviento,

ejemplo de un "sí" largo,

hondo y sostenido al Señor.

Un "sí" de colaboración.

Un "sí" de aceptación.

Un “sí” de amor amar amor.

 

María de Nazaret

es la estrella del adviento,

su rostro, su regazo, su rastro.

La poesía más eterna y tierna.

 

El apóstol San Pablo

nos llama al gozo y a la alegría,

a la preparación y a la acción,

"El Señor está cerca".

Descubramos ese Niño,

y hagámonos niños del Niño Dios

y obremos como obreros del Señor.

 

 

Víctor Corcoba Herrero

 

 

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