Dr. Ángel Cuadra

 

Miembro de honor del Pen Club de Suecia y Presidente fundador del Pen Club cubano en el exilio.

 

Por dolo o por culpa, servidores del castrismo

 

Publicado en el "Diario Las Américas" el sábado 9 de abril de 2005.

 

    En su obsesivo propósito de neutralizar y, más aún destruir al exilio cubano (a ese exilio llámesele tradicional o histórico, o simplemente, frontal opositor del régimen castrocomunista), el gobierno cubano no ha cesado en su estrategia, a través de tantos años, de invertir grandes recursos en propaganda agresiva contra ese exilio, de ir situando agentes embozados o a visera descubierta; de intentar atraer con diferentes “anzuelos” y comprometer a algunos, flojos de principios -o de algo más-, en el mismo exilio; en fin, de crear una emigración neutralizada o favorable al régimen, que pueda significar una escisión o una contracorriente en ese exilio que durante más de cuarenta años ha continuado enfrentándose al sistema totalitario mantenido en Cuba, y ayudando, en el paso de los tiempos, a la disidencia u oposición dentro de la Isla; acudiendo a “forums” o eventos políticos internacionales esgrimiendo denuncias de los horrores del castrismo o creando opinión desfavorable, y fundamentada, sobre la oculta realidad cubana.

    Pero hay algo más que anotar y de no fácil contrarresto, que el gobierno castrista ha logrado en cierta medida. Tanta y sistemática ha sido la propaganda contra sus enemigos y opositores en ese exilio que, en no pocos cubanos en la Isla -que, incluso, no son adeptos del gobierno o dejaron de serlo en un momento-, en especial muchos de los nacidos y formados bajo el régimen castrocomunista, esa aversión al exilio, sobre todo el de Miami, ha calado en esa zona en la que se confunde el límite de la conciencia y la subconciencia, que no obstante sentirse distanciados y hasta desafectos al régimen cubano, conservan en esa zona de sus mentes los rescoldos de la aversión al exilio; al arribar al mismo tienen como cierto escrúpulo o miedo de ser calificados como esos de la “ultraderecha”, “gusanos”, “escorias»’, recalcitrantes, pro-yanquis, etc., calificativos con los que la propaganda asquerosa y chusma e inescrupulosa de los voceros del régimen llevan años endilgándoles a esos opositores frontales, inclaudicables en ideología y actos, contra los que el régimen viene planeando, y llevando a efecto, su estrategia de neutralizar y destruir.

    No pocos de esos cubanos, sistemáticamente “indoctrinados”, se confunden con los agentes que el gobierno cubano tiene situados en el exilio, porque reaccionan automáticamente como estos últimos. Así, en muchos casos, no sabemos, al cabo, a qué motivación responden.

    He citado en otras ocasiones ejemplos de intelectuales en los que ese prejuicio los acompañó a su llegada al exilio, como fue el caso del novelista Jesús Díaz, que en paz descanse, que al llegar a Alemania y solicitar asilo hizo manifestaciones de ataques al exilio en términos parecidos a los que utiliza la propaganda castrista, y en una entrevista que le hizo un reportero de El Nuevo Herald, éste le preguntó por qué atacaba tanto al exilio y no al gobierno cubano, y el escritor respondió que porque no quería que lo consideraran del “otro lado”.

    Hay que hacer constar que dicho escritor, al cabo de un tiempo, cambió su actitud (por los motivos que fueran) y no volvió a utilizar ese discurso; se apartó de su actitud inicial, dirigió una polémica revista de gran circulación, y su posterior confrontación con el régimen castrista le valió una campaña de ataques que dicho régimen orquestó contra aquél.

    El exilio genuino y tradicional es generoso y abierto; abre sus brazos y acoge a todo el que viene a estas playas, pero que efectivamente haya roto totalmente con el régimen que ha dejado atrás. Es ese exilio, casi exclusivamente, el que ha venido dando apoyo de todo tipo a los opositores en la Isla y, al cabo, a la disidencia interna, a la que viene sirviendo de caja de resonancia y proyectando las figuras de los mismos ante la opinión internacional, lográndoles cobertura y respaldo.

    Ese exilio que quisiera en lo más hondo que el nuevo exiliado -exiliado de verdad- al arribar a estas playas dejara atrás todo ese prejuicio o rezago mental que el régimen castrista ha sembrado por años en su mente, y entendiera que si ha venido aquí es porque hay puntos de coincidencia con los que anteriormente habían tomado este destino, por lo que son sus antecesores; que con los que han dejado atrás -aunque fueron en Cuba compañeros de trabajo en los mismos organismos oficiales- hay ya menos puntos de contacto que con los que van a encontrarse aquí; que hay una coincidencia histórica que hay que comprender y armonizar: la coincidencia de un destino común que nos identifica como pueblo; que las diferencias lógicas entre promociones o generaciones son menores que el motivo esencial que nos hace coincidir.

    En eso hay que insistir, y no darle cabida a lo que aparezca como afinidades con e1 régimen. Porque de ser así (si no participaron en la oposición dentro de Cuba, por lo que estaban, como se dice, ya quemados, y tenían que irse), lo más honrado era haberse quedado allí, y no venir a atacar a los de “este lado”, como hay algunos casos, que se confunden con los agentes que actúan aquí al servicio del régimen castrista.

    Aspiramos a que todos los recién exiliados se sientan ya dentro de esta nueva familia cubana en el exterior. Sabemos que el gobierno totalitario y soberbio extiende sus brazos largos de terror mas allá de las fronteras de la Isla. No son pocos lo que, habiéndoles dejado marcharse del país, el régimen les mantiene aún algunas ataduras, las que los comprometen o los neutralizan. Todo es de esperarse de un sistema de gobierno tan represivo y diabólico como el que sigue impuesto en Cuba. Así lo hemos estado viendo en las declaraciones de algún que otro recién llegado, a través del tiempo.’

    En última instancia, éstos tienen que romper las otras ataduras, las ataduras internas que la propaganda sistemática les ha instilado en la mente, y les mantiene el escrúpulo y el temor de ser considerados de este lado. En éste él está ya por decisión y destino. El tiempo y el contacto con el cubano de aquí en su verdadera índole de cubanía y exilio, le hará apagar los últimos rescoldos de aquel nocivo fuego del que fueron víctimas allá. De no ser así, y no traspasar esa frontera definidora, entonces -como distingue el Derecho Penal-, por dolo o por culpa juegan en el bando de los servidores del régimen.

 

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