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De los mismos, se ha de esperar… lo mismo

Editorial de Enfoque3 Magazine, 16 de octubre de 2007.

 

    Según las noticias que llegan desde Cuba, y propagadas aquí en especial por elementos que defienden el hipotético borrón y cuenta nueva en el futuro próximo cubano, luego de finiquitar al actual régimen, hablan de que en Cuba el gobierno está alentando a sus seguidores para que conversen sobre sus problemas y dudas en relación con la gestión gubernamental. Hablan de reuniones en las universidades y en algunos centros de trabajo, donde se alienta a que los asistentes, -que por cierto son escogidos dentro de los elementos que han demostrado por largo tiempo apoyar al sistema imperante- se expresen “libremente”.

    Yo con la experiencia que tengo sobre la forma de actuar de ese régimen, aun ahora en que el histórico primero de todo está en una situación que no se puede catalogar de ni de vivo ni de muerto, permanecería callado; es más, estaría mas callado que antes. Esta revisión de opiniones “populares”, por parte del castrismo, me recuerda el periodo anterior a la revolución cultural china, donde hubo una aparente relajación del totalitarismo maoísta, para que luego de identificar a todos los disconformes y otros elementos capaces de pensar con cierta independencia; fueran perseguidos, encerrados y muertos. Esta revisión de los criterios cubanos en relación con la realidad cubana tiene la misma apariencia de aquel criminal acto chino. No olvidemos que ambos regímenes tienen un mismo origen y desgraciadamente han sido dirigidos por iguales criminales que han demostrado odiar profundamente a su pueblo, y que han sido capaces de cualquier cosa con tal de mantenerse en control del gobierno sobre toda circunstancia. Yo no creo en apertura ninguna con gentes como los actuales líderes castristas. Son los mismos que asesinaron a cientos de miles de cubanos, son los mismos que han dicho una y otra vez que no cederán un paso ni permitirán ningún cambio hacia la democratización de Cuba. ¿Qué se puede esperar de estos elementos? Nada bueno, desde luego. De los mismos se ha de esperar… lo mismo.

 

 


 

 

 

 

 

Anita Snow, corresponsal de la agencia AP en Cuba, se propuso sobrevivir un mes con los $17 dólares mensuales que reciben los cubanos para vivir. La periodista, que perdió nueve libras durante ese mes, señala que la experiencia le ha enseñado ¨lo que los cubanos ya tienen bien aprendido, que es planear sus presupuestos cuidadosamente, no comprar sino lo estrictamente indispensable y no desperdiciar nada de comida¨. AP

 

 

 

 





 

 

Univision Radio

 

 

E.P.D.

 

Agustín Tamargo.

 

MIAMI.- Este miércoles, se apagó la voz de Agustín Tamargo. Después de una larga y penosa enfermedad, el indomable periodista falleció en el hospital Mt. Sinai, rodeado de sus familiares y amigos.

 

Sobre su vida

“La muerte de Agustín Tamargo, mi compañero de trabajo en Radio Mambí, por más de 21 años, me hace recordar las palabras de mi compatriota y gran poeta Rubén Darío, que dijo: 'por eso ser sincero es ser potente'. Y Agustín Tamargo fue un hombre sincero, y por eso su potente personalidad vivirá por siempre”, nos dice el periodista Rafael Mojica Obregón.

Sarvelio del Valle nos dice que Tamargo era un compañero de trabajo cuyo amor por Cuba era el único tema de la conversación diaria.  "Aunque los deportes no estaban en su agenda, me demostraba su cariño con detalles, regalándome revistas y material referente a mi trabajo deportivo", recuerda Sarvelio.

“Cuando escuchabas a Tamargo durante cinco miutos, conocías Cuba”, dijo Eduardo González Rubio. “Es impresionante que desde las primeras horas de la mañana, cientos de personas están llamando a Radio Mambí para expresar su dolor.” 

Tamargo nació en Puerto Padre, Cuba, el 14 de agosto de 1926, y en sus programas siempre hablaba de su pueblo natal con mucho orgullo. 

Su larga y brillante carrera periodística cubrió la prensa escrita, radio y televisión. Fue columnista de las Revistas Bohemia en Cuba y en Venezuela; del periódico Avance en Cuba; de los rotativos Diario las Américas y El Nuevo Herald en Miami, así como colaborador de numerosas publicaciones en Latinoamérica . 

También fue director del primer canal de televisión a colores en Cuba.  Trabajó en varios países, su amada Cuba, Venezuela, Argentina y en Estados Unidos, en Nueva York y Miami.

Desde los años 80, Tamargo conducía el popular programa En Caliente, que se trasmitía diariamente por Radio Mambí 710 AM.  También participaba en Mesa Revuelta que dirige Armando Pérez Roura desde su comienzo, con Chicho Jordán, Ernesto Montaner y Juan Amador Rodríguez en los primeros años del programa, y Ninoska Pérez Castellón y Enrique Encinosa, en esta última etapa. 

“Hasta sus enemigos lo respetaban porque era honesto y vertical”, nos dice Lourdes d´Kendall.

“Mucho antes de conocerlo personalmente, sabía que Agustín Tamargo era un ser irrepetible”, nos dice el periodista Rafael Martínez Sixto.

“Ya sabía de su obra y pensamiento en prensa escrita y radio. Cuando lo conocía, cuando día tras día intercambiaba criterios con él, fui comprendiendo que sus conocimientos políticos, históricos y culturales no sólo eran vastísimos, sino que sus análisis eran muy certeros.

Claro, por encima de cualquier consideración, Tamargo, además de ser un ser humano bueno, era un periodista cuya conducta profesional dejó siempre como enseñanza que la pluralidad de criterios, y el respeto a ellos, es uno de los factores decisivos para vivir en democracia”, concluye Martínez Sixto.

Con amplia cultura, manejo de información y un estilo directo y profundo, Tamargo alcanzó los primeros planos del periodismo continental.

 Miguel Sánchez, productor y escritor nos dice que Cuba murió anoche en esta ciudad porque murió Tamargo. “Hombre sencillo y de letras, profesional y demócrata, luchador por los derechos del hombre e incansable amante de la libertad de nuestra tierra cubana, hablaba todas las tardes con Dios, como confesaba públicamente. 

Sólo él y Dios se encontraban en el jardín de su casa, y allí Agustín le preguntaba por qué precisamente él para poseer tan maldita enfermedad. Se calmaba luego y lamentaba el que no podría ver a Cuba libre”, recuerda Miguel.

Compartimos nuestro dolor con todos los cubanos y damos nuestro más sentido pésame a su viuda Rosalba; a sus hijos, nietos y demás familiares, así como a sus compañeros de trabajo. Su cadáver quedará expuesto este viernes 9 de marzo, en la Funeraria Caballero Rivero Woodland, situada en 8200 SW. 40 Street, Miami, de 6 p.m. a 12 de la medianoche.

Cuba murió anoche otra vez vestida de Agustín Tamargo, el hombre y el amigo, pero quedará su voz, sus recuerdos y sus acciones porque Agustín es ya "Cuba primero, Cuba después, Cuba siempre".

 

    Este sentido artículo de Agustín Tamargo, que reproducimos a continuación. fue leído por su hija Eva durante la misa, oficiada por Monseñor Agustín Román, que se llevó a cabo el sábado 11 de marzo en la Iglesia St. Kieran  antes del funeral, y también fue leído por el Director de Radio Mambí 710  AM, durante la Peña Mambisa del domingo 12 de marzo.

 

ESE VIEJO SOY YO

 

            Todos los días, cuando bajo a desayunar, me encuentro a un cubano, a muchos cubanos. Son como han sido siempre los cubanos a través de los tiempos: alegres, comunicativos, francos. Hablan de muchas cosas pero hoy especialmente de una: del regreso. ¿Está cerca? ¿Está lejos? ¿Cómo se presentará? ¿Qué hay que hacer para ayudar a que se produzca? ¿Qué hay que hacer para que no se demore?

            Uno de esos cubanos, sin embargo, es un hombre silencioso. Lo oye todo pero no dice nada. ¿Quién era allá en Cuba? ¿Qué dejó detrás en esta trágica fuga impuesta por la tiranía? No lo sé. Siempre me saluda cortésmente pero no emite una sola palabra.

            El otro día, sin embargo, se me acercó y me entregó un papel. "Esto es para usted " me dijo. "Léalo, yo se que usted me va a entender". Guardé el papel en el bolsillo y cuando lo abrí y lo leí al llegar a mi oficina comprendí que aquel cubano era más hermano mío que todos los demás.

            Porque su miedo es el que yo también guardo en mi pecho: El de que nos cierren un día los ojos bajo cielos extraños sin poderle dar al sagrado suelo de nuestra Isla el beso de despedida. Sería como morir dos veces.

            La nota del cubano silencioso decía así:

“Cuando yo hablo con Dios -y hablo con más frecuencia de lo que la gente cree- siempre le digo esto: <Yo me estoy portando bien contigo. Estoy refrenando en mí todo lo que a ti te molesta. Y me conduzco con mis hijos, mis amigos, y mis compañeros, de manera más generosa que muchos de los tuyos que van a la Iglesia todos los domingos y comulgan con los ojos cerrados.

Pero eso sí, yo te quiero pedir una cosa. Castiga lo que encuentres de malo en mí, prívame de cuanto placer sensual o material pueda la vida haberme proporcionado. Pero nunca me impongas una pena que dejaría a mi ser espiritual sin sentido alguno>.

            —¿Y cuál es esa pena?— Me susurra él, moviéndose, como siempre, sin dejarse ver, entre las hojas de los árboles.

            <Me la quitaste un día; me llevaste a mi madre y a mis hermanas sin dejarme darles el beso del adiós final y has hecho que yo sustituya las vivencias de una casa, un pueblo y unos seres de mi ser más íntimo con unas fotografías viejas que no son más que un eco mustio de la realidad.

            Todo te lo perdono. Tú eres ignoto, tú tienes siempre misteriosas razones que están más allá de nuestra comprensión, como pensaba Abraham cuando levantó el cuchillo frente al cuello de su inocente Isaac. Así, pues, alguna razón tendrás para haber privado a parte de un pueblo bueno de la tierra, el aire y el sol donde los trajiste a la vida, hecho que los ha convertido en sombras.

            Pero, por favor, ten piedad mí, de este hijo tuyo, y vuelve tus ojos a tanta desesperación y tantas lágrimas. ¿Tú no crees que sean ya suficientes? Yo sí lo creo. Y te digo de nuevo: a este ser que te habla no le hagas caso de lo que dice si no quieres pero no le cierres los ojos lejos del sitio de donde lo sacaste de la nada. Sé generoso. Sé magnánimo.

Devuélvelo allá, aunque nadie lo esté esperando. En esta o en la otra vida, en cualquier vida, ese ser te pagará con lo que le pidas el don único de permitir que él sea al final lo único que quiere ser: tierra de su tierra. Así pienso, y así actúo yo, muchas veces, casi todas las veces>.

Pero cuando consulto a un amigo escéptico que tengo, éste siempre me habla de esta manera:

—Tú no sabes lo que te espera—, dice. —Tú estás clamando por regresar a una nación, a un pueblo, a una casa, que dejaste un día y crees que siguen siendo los mismos. ¿Quién te lo asegura?

            ¿Crees tú, me dice él, que década tras década, amontonada sobre hombres y cosas, no han debido producir en ellos una mutación completa? Tú hablas siempre de Cuba, todos ustedes los exilados, porque la perdieron, siempre están hablando de Cuba. ¿Cuál Cuba? ¿La que ustedes dejaron? ¿Dónde está esa Cuba? ¿En quÉ escondido rincón yacen hoy la generosidad, el coraje y la radical defensa de la justicia que caracterizaron a aquella Cuba que le entregamos entre todos a un farsante un día? ¿Son las familias las mismas?

¿Son los pueblos los mismos? ¿Son los hombres, las mujeres y los pueblos los mismos? ¿Son los hábitos familiares y sociales, es el clima de anarquía social, la hermosa anarquía política de ayer, en la que nadie se casaba para siempre con nadie, los mismos de hoy?—

            Mi amigo es un escéptico. No lo culpo. Su confianza está quebrantada por años de prisiones, golpeaduras y vejaciones de toda índole. Después añade con voz quebrada por la amargura:

            —Te seré sincero: para lo que vamos a encontrar, mejor sería quedarnos aquí.

Es como el que tuvo una novia radiante, hermosa, y la encuentra años después convertida en una vieja gritona y maloliente. Una frustración capaz de matar al enamorado más ardoroso. Lo único bueno de esto, termina diciendo, es que tú ya no eres joven y en consecuencia es poco el tiempo que te queda para sufrir. Lo terrible va a ser para los que están empezando la vida—.

            Llegó, por fin, mi amigo, a donde yo quería llegar, al marco del tiempo, que determina todos los escenarios. No se lo dije a él pero se lo digo siempre al final al Todopoderoso. Es mi oración definitiva. Reza así:

            <Tú, que has hecho tantos milagros ¿por qué no me haces a mi este? Tú, que todo lo das, ¿por qué no me quitas a mÍ, cincuenta, cuarenta años, los que quieras, y me devuelves la ilusión, el optimismo, el agresivo estado de ánimo que va siempre con la juventud? Porque eso, ser un cubano joven, es lo único que yo quisiera ser hoy, o mañana.>

            —¿Y para qué?— Me dice la voz ignota que sólo escucho yo.

Y le contesto: <para una sola cosa, para unirme a ese ejército de almas puras, de espíritus vírgenes, que está oculto en alguna parte de la Isla y que hundirá un día su mano en lo más profundo de la tierra hasta encontrar las sagradas raíces de un patriotismo y una cubanía espiritual perdidos y crear con ellos otra Cuba.

Otra no, la misma del 68 y el 95. La misma de los años treinta. La Cuba en la que uno de sus hijos era blanco y el otro negro, uno rico y el otro pobre, pero todos se convertían en un solo hombre cuando la nación estaba en peligro ante enemigos propios o extraños. Ese milagro viene. Mi amigo escéptico no lo cree, pero yo sí>.

            —¿En qué te basas para alimentar esa fe? Me dice él.

            Y yo le contesto: <En nada. O sí: en algo. En esto que acaso tú no entenderás: en un susurro misterioso que escucho algunas tardes entre las hojas de los árboles de mi patio>”.

Cuando terminé de leer la nota sentí que las lágrimas brotaban de mis ojos. Me eché el papel en el bolsillo y me dije a mí mismo: Ese viejo soy yo.

 

Por Ramiro Arguello Hurtado *
Medicina Cubana Blogspot
La Nueva Cuba
Junio 25, 2006

La psiquiatría cubana

La psiquiatría cubana ocupa un sitial de honor entre los organismos represores de los derechos humanos del orbe. Su prontuario es apabullante por su bestialidad sin paliativos. Al acceder fungir como mera polea de la maquinaria del terrorismo de Estado castrista, la psiquiatría cubana ha renunciado lastimosamente a su condición de ciencia biológica y del espíritu, remitiéndonos a los experimentos humanos (incluyendo vivisección) practicados por los nazis en los campos de exterminio de Dachau, Buchenwald, Auschwitz.

La extinta Unión Soviética maximizó el abuso psiquiátrico sistemático, incluso se sacaron de la manga una ridícula categoría diagnóstica: esquizofrenia retardada. La categoría de marras fue creada ad hoc para serle aplicada a los desafectos al estado totalitario comunista. Los cubanos han ido más allá al utilizar con soltura tres métodos pertenecientes al arsenal de la psiquiatría científica: electrochoques, químicos y medicamentos psicotrópicos.

En enero de 1979 el gobierno cubano puso en vigencia un Código Criminal en el que tipifica innumerables actividades políticas como crímenes comunes. Al quedar clasificados los actos políticos como actividades criminales comunes disminuye de manera automática, hasta desaparecer, la cifra de prisioneros políticos en Cuba. El inefable Eduardo Bernabé Ordaz Ducungé, Director del Hospital Psiquiátrico de La Habana, afirmaba con desfachatez no hace demasiado tiempo: “No disponemos de información acerca de la utilización de la psiquiatría para otros propósitos que no sea el bienestar de los mentalmente enfermos. No se puede hablar de prisioneros políticos porque no existen prisioneros políticos en nuestro país. Nuestros prisioneros son terroristas”.

Se trata de una maniobra tan cínica como artificiosa. La criminología cubana asevera que el capitalismo es el origen de la conducta criminal. El socialismo erradicaría el basamento de la conducta criminal (¿cómo explicarían los teóricos marxistas el hecho escueto que después de décadas de revolución y educación para el hombre nuevo, con el menor resquicio como sucedió en el caso Mariel, decenas de miles de cubanos abandonaran la isla paradisíaca? Entre esa masa humana se confundían miles de sociópatas y delincuentes de alta peligrosidad. ¿Dónde están las virtudes de la educación socialista?).

En teoría no pueden existir criminales en la utopía comunista (a la que nuestros izquierdistas locales persisten en adscribirse hábilmente agazapados en organizaciones-pantalla; de hecho controlan la mayoría de los medios autoproclamándose sociedad civil. Y los que no pertenecemos a su sociedad civil, ¿qué somos? En caso de que apareciera un caso esporádico se recurre a la re-educación. Para aplacar la disidencia se recurre a un retorcido expediente: son agentes de una potencia extranjera o son enfermos mentales. Los disidentes pasan de facto por una detención secreta a perpetuidad y sin mediar acusación previa. La seguridad del Estado está facultada para emitir diagnósticos psiquiátricos: el psiquiatra se convierte en esbirro, el esbirro en psiquiatra. La psiquiatría (especialidad nobilísima) pasa así a ponerse al servicio de una perversa ideología totalitaria: La comunista. No es inusual que un desafecto político cuerdo sin antecedentes de enfermedades mentales sea remitido a una de las inenarrables “salas forenses” de nosocomios reservados para criminales desquiciados de alta peligrosidad (pervertidos sexuales, vesánicos, sociópatas). El objetivo es evidente: desmoralizar, intimidar, fracturar voluntades. El itinerario usual del objetor es el que sigue: puede ser internado en las “salas forenses” Carbó-Serviá o Castellanos del Hospital Psiquiátrico de La Habana (popularmente conocido como Mazorra). Por supuesto existen otros destinos.

Mencionemos el Hospital Gustavo Machín en Santiago de Cuba o el amedrentador Hospital Nacional de Reclusos del Combinado del Este en La Habana. Las mismas autoridades sanitarias cubanas aceptan con indecible cinismo este estado de cosas. Un estudio sobre las “infracciones disciplinarias” en la “sala forense” de mujeres Córdova del Hospital Psiquiátrico de La Habana (aparecido en la propia revista de dicho nosocomio en 1984), informa sin ningún rubor (incluso con alborozo) que 4.6 por ciento de las reclusas habían sido sentenciadas por crímenes contra la seguridad del Estado o contra el orden público. El mismo estudio menciona con candor al Departamento de Seguridad del Estado como “proveedor” de reclusos al nosocomio habanero. La indiferencia criminal de la psiquiatría cubana en afinar diagnósticos aplicables a los insumisos se explica en la motivación última de la represión psiquiátrica: castigar y torturar. Cualquier diagnóstico resultaría enojoso y superfluo. La terapia electro convulsiva (electroshocks) está indicada para escasas dolencias mentales (depresión severa, esquizofrenia catatónica). Se administra en ambiente hospitalario por un psiquiatra asistido por un anestesiólogo bien entrenado. Las autoridades cubanas piensan de manera diferente: la terapia electro convulsiva se aplica alegremente en las “salas forenses” para castigar a los insumisos y persuadirlos a que reconsideren sus actividades.

Los compañeros de disidencia y familiares son obligados a presenciar el espectáculo. Existe evidencia sobre “pacientes” que han recibido hasta 24 tandas de electrochoques (Jesús Leyva Guerra, dirigente sindical y activista de derechos humanos recibió las 24 tandas de rigor. En 1981 la doctora Carmen Betancourt le diagnosticó esquizofrenia paranoide. En 1983 otro esbirro de bata blanca (Dr. Enrique Font) le endilgó el mismo diagnóstico. En 1985 otro esbirro de bata blanca, el Dr. José Pérez Milán, insistió en el diagnóstico. En 1986 el Dr. Orlando Lamar-Vicens prescribió electrochoques y psicofármacos. En 1988 fue a parar de nuevo a las manos del compasivo Lamar-Vicens. El galeno recetó 12 tandas de electrochoques. En octubre de 1989 Leyva logró abandonar Cuba. Vive actualmente en La Florida). Nunca se les ofreció a los insumisos la opción de rechazar el “tratamiento” (consentimiento informado). Los psicofármacos, de preferencia la cloropromazina (un antipsicótico sedante) son utilizados con envidiable liberalidad. No se tiene en cuenta la larga lista de efectos colaterales adversos, en particular los llamados “extrapiramidales”, causados por la acción del químico en la zona del cerebro responsable del movimiento, la locomoción y la coordinación. Los insumisos son obligados a deglutir las tabletas. Los que se niegan son sometidos a severas golpizas. Siempre queda el curso de mezclar el fármaco con los alimentos. Para la comunidad psiquiátrica internacional los pacientes con dolencias mentales poseen los siguientes derechos:

1) Derecho al tratamiento individual; 2) Derecho a la oportunidad de ser curado (o aliviado) en un período de tiempo razonable; 3) Derecho a un ambiente físico y psicológico de carácter humano y con higiene decorosa; 4) Derecho de rehusar tratamientos; 5) Derecho a no ser utilizado en tratamientos experimentales sin consentimiento previo; 6) Derecho a ser tratado y cuidado por personal capacitado; 7) Derecho a ser ingresado de manera que se garantice la seguridad y la vida del paciente y las personas de su entorno.

No deja de ser una sangrante ironía que Cuba sea signataria de la Convención Internacional contra la tortura y otros tratamientos y castigos crueles, inhumanos o degradantes, firmada en La Habana el 27 de enero de 1986.

 

 

Este artículo salió publicado en un periódico en El Salvador.

 

UNA MIRADA A CUBA

por Rodrigo Siman Siri*

*Médico Pediatra y columnista de El Diario de Hoy.


Hospital Clínico Quirúrgico, La Habana, Cuba


    Hablar de Cuba es hablar de un paraíso donde la belleza natural se entremezcla con el sueño de todo un pueblo bueno y trabajador.
Estoy sentado en el balcón de un hotel de La Habana, viendo uno de los
atardeceres más alucinantes que jamás haya imaginado, con una mezcla de sentimientos tan fuertes como el olor de los puros cubanos.

    Pensé que escribir unas líneas sobre Cuba iba ser de lo más sencillo después de estar aquí por una semana, pero es difícil ser objetivo cuando las ideas se nublan y los ojos se humedecen constantemente con la cantidad de sensaciones vividas en esos días.

     Fui invitado por las autoridades de salud de este bello país con motivo de un congreso medico, perfectamente organizado por los galenos cubanos. En el congreso tuve la oportunidad de ver al legendario Fidel Castro. Que no es más que los restos de lo que ha de haber sido un fornido guerrillero.
    Llegó fuertemente custodiado en su caravana de tres Mercedes Benz negros, exactamente iguales a los que utiliza el general Pinochet.  Casualidades de la vida, pensé.

     Vimos a un anciano vestido de verde olivo hablar confusamente en el foro por más de una hora sobre mil cosas, palabras sueltas sin mensaje alguno, desde la guerra en Iraq hasta los mosquitos que causan el dengue.

    Como médico llegué a Cuba sabiendo que si bien aquí no habría libertades, el sistema de salud era uno de los mejores del mundo, pues así lo reflejan sus indicadores de salud y sociales y nos lo repiten constantemente los dirigentes del FMLN.

     No sé qué parámetros utilizan los políticos en Cuba, pero ayer un niño que parecía de siete anos me contó que acababa de cumplir 15, y en sus pellejos traslucía una desnutrición severa y crónica.

    Pedimos visitar un hospital y se nos llevó a un hospital turístico exclusivo para extranjeros, elegante e impecablemente limpio, para
después enterarnos de que los hospitales públicos son paupérrimos y se ven más destrozados que nuestro hospital Rosales. Son viejos, con filas eternas de gente esperando ser atendidas, escasos de medicinas y con un personal de salud exigiendo, por debajo de la mesa, algunos dólares extras a los usuarios si se quiere que el enfermo se atienda oportunamente y con las mejores medicinas. Y mi mayor sorpresa fue saber que un médico especialista gana mensualmente la cuantiosa suma de $20 al mes. Así es
, 20 dólares al mes, cuando una botella de agua cuesta $1 en la calle, agua que por cierto no se puede tomar del chorro pues está contaminada, según nos advirtieron los colegas de Cuba. Si todo esto sucede en La Habana, me imagino lo que será en las provincias rurales.
   
En Cuba verdaderamente no hay mendigos harapientos ni niños descalzos deambulando por las calles. Pero sobran los viejos, jóvenes y niños que se acercan a los turistas en los restaurantes rogando por unas monedas o un pedazo de pan.

    Los turistas tienen acceso a los lugares creados exclusivamente para ellos, hoteles gigantescos, restaurantes de lujo, todo en dólares por supuesto. Los cubanos sólo pueden ser testigos pasivos de la buena vida que se le ofrece al extranjero. Como me comentó un amigo taxista con los ojos humedecidos por la rabia y la tristeza: acá los turistas son los humanos y nosotros somos los extraterrestres.

    Descubrir Cuba y su gente es descubrir el heroísmo y la valentía de un pueblo que vive o más bien sobrevive en un régimen de opresión, miedo y miseria. Gracias al auge del turismo que hay en este país, los cubanos pueden ver ahora las diferencias entre ellos y el mundo libre.
    Al bajar del avión se me acercó calladamente un señor y luego de preguntarme de dónde era, me pidió un periódico de El Salvador; están hambrientos de noticias reales del mundo real, no de esta fantasía creada por sus autoridades, que acá ya nadie se la cree. Muchos me han preguntado por nuestro presidente Flores, quieren saber cómo es su personalidad, están impresionados con él, ya que es el único que ha puesto a Fidel en su sitio.

    De todo esto se han enterado porque alguien les ha contado, ya que esta noticia, como muchas otras, nunca se transmitió en Cuba.
    La semana pasada fueron fusilados en La Habana tres jóvenes por haber sonado con su libertad y haber tratado de huir de Cuba en una lancha robada. Por este grave  delito, fueron juzgados en un día, y 24 horas después, fusilados salvajemente, como ejemplo para el pueblo de lo que le puede suceder al que esté en contra del régimen. Cuando me contaba este injusto hecho una hermosa cubana con una mirada conformista, sólo se me ocurrió decirle que hay que tener fe en que las cosas van a cambiar pronto.

    ¡Qué estúpido me sentí cuando me contestó que eso han esperado desde hace 44 años y acá siguen muriendo muchos. Unos a tiros como estos tres jóvenes y cientos que viven pero que les han fusilado la esperanza de ser libres, de trabajar y superarse, de exigir sus derechos sin ser reprimidos.

    Pero sería injusto hablar de Cuba y sólo mencionar las miserias de un régimen obsoleto y tirano. Hablar de Cuba es hablar de sus mujeres, de las más lindas del mundo, del ritmo y de la calidez de su gente, de la mirada buena de su pueblo, de las bellezas de sus calles con olor a sal, tabaco y ron. Hablar de Cuba es hablar de un paraíso donde la belleza natural se entremezcla con el sueño de todo un pueblo bueno y trabajador que sigue esperando su verdadera revolución.

 

 

Ventajas del modelo cubano 
Por Marcos Aguinis

Para LA NACION

  
La clamorosa recepción que se brindó a Fidel Castro durante su visita a nuestro país merece otros análisis, más entusiastas. En el Congreso recibió la ovación más intensa de los mismos lúcidos legisladores que tiempo atrás aplaudieron el default , fue honrado por el gobierno de la ciudad de Buenos Aires (cuyo titular está en campaña reeleccionista), fue invitado a dar una conferencia en la Facultad de Derecho, fue seguido afanosamente por la prensa, fue recibido por el flamante Presidente en la audiencia más larga y fue celebrado por una concentración popular que bloqueó todo el centro de Buenos Aires. No cabe duda de que una significativa franja de la sociedad lo ama y admira.


Esto coincide con lo que hace poco decidió el gobierno de Eduardo Duhalde: abstenerse en las Naciones Unidas al votarse la necesidad de investigar la violación de los derechos humanos en la isla. Recordemos que no se trataba de condenar al gobierno de Castro, sino sólo investigar qué sucede allí. Luego de infinitas denuncias que llegaron al colmo con el fusilamiento de tres personas jóvenes tras su intento de huir del país, y el encarcelamiento de decenas de disidentes, era obvio que correspondía hacer una averiguación.


Al gobierno argentino no le pareció necesaria y olvidó que hace apenas veinte años nuestra sociedad clamaba por lo mismo. Necesitábamos que viniesen comisiones investigadoras, como ahora las piden los cubanos perseguidos y amordazados. Rogábamos que llegasen en tropel. Pero los argentinos somos incoherentes e inestables, ¡qué le vamos a hacer! Pese a la dictaduras padecidas, amamos a un dictador. Somos así.


Claro, es un dictador que se dice socialista, cuyas picanas hacen cosquillas y cuyos fusilamientos mejoran la calidad de vida. Nada de lo horrible que él haga importa. Cuanto se denuncie sobre las violaciones de los derechos humanos en Cuba es un invento de la CIA. Castro es un ídolo, una leyenda, es el emblema del heroísmo y la noble lucha contra el imperialismo. Todo lo que hace está bien.


Pregunto: si tanto se lo admira, ¿por qué no seguir su modelo? Se supone que debe ser maravilloso. ¿Para qué imitar a Nueva Zelanda, Bélgica, Suecia, España, Canadá -países complicados, modernos-, si el modelo de Castro es más simple, movilizador y atractivo?

La Facultad de Derecho, según voceros entusiastas, se convirtió en la Plaza de la Revolución. Castro pronunció uno de sus discursos más breves, de apenas dos horas y media. Sabía que los argentinos aún no estamos entrenados para escucharlo durante ocho o más horas, como se hace en La Habana. Pero consiguió hacer delirar a las masas con sus anécdotas y proclamas seductoras. Es un buen remedio contra la tristeza o el desencanto.


El modelo de Fidel nos daría otras ventajas, supongo.  Por ejemplo, no habría debates estériles sobre las acciones del gobierno. Las críticas deberán desaparecer y, con eso, todos empujaríamos en la misma dirección. No habría que gastar neuronas ni saliva sobre los problemas de la sociedad, porque es tarea exclusiva de los funcionarios del régimen, que nunca se equivocan. Tampoco habría que elegir entre diversos diarios, noticieros, radios, revistas, porque habría lo mínimo indispensable, con noticias oficiales únicamente. De esa forma no tendríamos que dudar entre diversas fuentes ni afligirnos por las noticias derrotistas que inventan los enemigos del pueblo.


Los periodistas entrarían en caja, eso sí. Los que se empeñan en ofrecer una visión diferente, desestabilizadora serán sometidos a juicio sumario, expulsados de sus oficinas o enterrados en las cárceles. Ninguno podrá dar entrevistas a extranjeros, sin el debido permiso. En nuestra despreciable democracia suele ocurrir que aborrecemos a un periodista y no sabemos cómo hacerlo desaparecer. Pues bien, en el nuevo régimen bastará denunciarle algún desliz contra las autoridades y será hombre muerto. Nada más placentero y expeditivo. El canciller Rafael Bielsa debería dar una vueltita por las insalubres prisiones cubanas, entrevistar a los 74 disidentes condenados a veinte o más años de prisión y después tendrá más elementos para afirmar que allí reina la justicia. (Lástima que muy parecida a la del Proceso. ¡Qué le vamos a hacer! la incoherencia, la incoherencia...)
 

También cosecharíamos los beneficios de que nadie pueda salir del país. Los enemigos del pueblo dirán que nos hemos convertido en una gran cárcel. ¡Calumnias! El paraíso no es una cárcel: quienes fugan lo hacen por traidores. Esto resolvería por arte de magia la perversidad de querer hacer posgrados en otros lados o ir a buscar mejor fortuna en el exterior. Se acabarán las colas en los consulados (a menos que quieran ir a Cuba, donde hace falta gente porque se fusila al que se quiere escapar, cosa que curiosamente no hace la multitud que se congregó frente a la Facultad de Derecho; extraño, ¿no?). Ningún argentino pisará Ezeiza sin permiso del Gobierno. Ahorraremos divisas. El único gasto serían las balas contra los que intenten huir cobardemente. Usaremos los fusilamientos preventivos al estilo de Castro, así como George W. Bush hace las guerras preventivas.


Otro gran beneficio vendrá del turismo. Los mejores lugares se reacondicionarán para el disfrute de los extranjeros solamente. Llegarán alemanes, españoles, suizos, noruegos, australianos, irlandeses a nuestras playas y montañas, donde nosotros seremos los empleados, mucamas y mozos, pero jamás los huéspedes: así el dinero que dejan las visitas engordará al Estado benefactor. Por supuesto que la prostitución será tolerada, en especial donde haya afluencia de turistas, porque constituye un anzuelo importante y un canal de ingreso de dólares y euros. Eso sí, las muchachas serán prolijamente investigadas para que no se queden con el vuelto.
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En cuanto a la educación, uniformaremos para abajo, siempre para abajo. La educación será uno de nuestros principales logros en la publicidad. Todo el mundo deberá aprender a leer para enterarse de las buenas obras que hace nuestro gobierno y leer los textos que responden a la ideología fidelista. No nos importará la educación superior, ni estimular el pensamiento crítico (¡esto, jamás!), para no alimentar a los subversivos del régimen. Tampoco habrá computadoras para todo el mundo, sino sólo para los funcionarios: así la gente no pierde su tiempo frente a la pantalla. Será prohibida Internet, porque es el pórtico diabólico del mundo capitalista; en su lugar, como ahora en Cuba, habrá Intranet.


En materia de salud haremos propaganda también. Bastará con una Facultad Latinoamericana de Medicina donde enseñaremos a colegas del Tercer Mundo. No estaremos a la altura de los grandes centros de salud, pero nos dedicaremos a lo básico. Y pondremos lo mejor en algunos establecimientos solamente, para mostrar nuestros méritos. Claro que los médicos deberán conformarse con un sueldo de 5 a 20 dólares como máximo.


Formaremos las Brigadas de Respuesta Rápida, como las que inventó Fidel, para ahogar de inmediato cualquier protesta. Por ejemplo, en menos de veinticuatro horas se liquidaría a miles de piqueteros que andan bloqueando calles y gritando por sus cuestionables derechos. Sin juicio, por supuesto, para no gastar tiempo ni dinero, ni angustiar a la gente. Puede que esto disminuya el flujo de simpatizantes, pero otros vendrán por miedo. No será un problema porque el garrote convence rápido.


Claro que también nos arreglaremos para que un país vecino importante nos imponga un bloqueo económico. Así tendremos siempre a mano esa excusa por todas nuestras fallas. Y cuando se disponga a levantarlo haremos alguna travesura (nuevos fusilamientos, nuevos arrestos de periodistas) para que no nos priven de esa excusa prodigiosa. Recordemos que el bloqueo no nos impide negociar con el resto del mundo, de manera que será una buena arma ideológica "para los giles". En el fondo, no molesta.


Y por supuesto que escucharemos largos discursos, como el que Castro pronunció en la escalinata de la Facultad, para convencernos de que vivimos en la gloria, que nos sobra el bienestar, que aumentamos nuestra autoestima, que hemos alcanzado las maravillas que escamoteaba la vil democracia liberal.