Desarrollo de la Zarzuela en Cuba
Dr. Rowland Bosch
La zarzuela, después de las corridas de toros y el balompié, ha sido por muchos años el entretenimiento más popular en España.
Hoy en día, la zarzuela ha pasado a un plano menor, muy a pesar de los esfuerzos hechos para revivirla por muchos de sus amantes, pero nos ha dejado, no obstante, un hermoso legado histórico.
La popularidad de la zarzuela se extendió por toda España y por ende a Cuba desde los últimos 25 años del siglo XIX hasta la tercera década del presente siglo XX. Al comenzar la guerra civil española decayó, sin que jamás se haya recuperado.
En España, ya en 1929, muchos de los grandes intérpretes y músicos de zarzuela, se habían ido retirando o inclinándose a trabajos más serios, de forma tal que muy pocas obras permanecieron activas, pues muchos de sus personajes habían sido ideados para actores y cantantes bien dotados. Su ausencia hizo muy difícil para los libretistas crear nuevos trabajos de éxito asegurado. Por otro lado, la radio comunicación y la cinematografía hablada hicieron su triunfal entrada en la preferencia del público, dándole un golpe casi mortal al género. No obstante, por acción selectiva, las arias más bellas y las zarzuelas más melodiosas permanecieron activas como muestra irrefutable de un género que tuvo una vida gloriosa y duradera. Luisa Fernanda, Los Gavilanes, Doña Francisquita, La Leyenda del Beso o Las bodas de Luis Alonso son buenos ejemplos de lo que decimos.
Después de la Guerra Civil, muchos artistas españoles buscaron refugio y se establecieron en los países hispanohablantes en la otra ribera del Atlántico. Muchas compañías de teatro y de variedades españolas viajaron a los países americanos y dieron a conocer su arte y su cultura especialmente en Cuba, en el Caribe, Colombia, Venezuela y México.
Puede decirse que la influencia de la música española fue mucho mayor en Cuba que en el resto de Hispanoamérica, motivado por el fuerte vínculo cultural con la metrópoli, y la más prolongada permanencia colonial y la que se ha mantenido al través del presente siglo. Por otro lado, el africano trajo e introdujo sus ritmos y de ahí surgió una música autóctona, formada por la amalgama de los distintos orígenes. Los franceses emigrados de Haití aportaron también mucho a la cultura musical cubana, sobre todo en la región oriental de la isla.
Ya por el año de 1791 se estrenaron algunas zarzuelas en Cuba. Raro fue el año en que La Habana, durante el pasado siglo, no tuviera una temporada teatral o músico-teatral. Ni aun en los tiempos de la Guerra de los Diez Años dejaron las compañías de ópera y de zarzuela de visitar a Cuba.
A mediados del siglo XIX surgen compositores en Cuba de la magnitud de un José Mauri, quien a los 18 años de edad (1874) estrena, en el teatro Cervantes de La Habana, la zarzuela en un acto El Sombrero de Felipe Segundo.
Otros compositores de esa época, dignos de mencionar en zarzuelas, son José Marín Varona, nacido en Camagüey en 1859; Gaspar Villate y Montes (1851-1891) nacido en La Habana; Laureano Fuentes Matons (1825-1898) nacido en Santiago de Cuba; y Hubert de Blank (1856-1932) nacido en Utrech, Holanda, quien fue fundador del conservatorio de música que lleva su nombre.
El primer teatro que se inauguró en Santiago de Cuba fue el Coliseo, en 1822, después sustituido por el de la Reina, que al inaugurarse la república en 1902 optó por el nombre de Oriente. Este teatro fue sede de muchas compañías de ópera italianas.
Según Díaz Ayala el primer teatro habanero, El Coliseo, conocido más tarde como El Principal abrió sus puertas en 1776. Pero Pérez Sanjurjo dice que el primer teatro de verdadera importancia en La Habana, el Diorama, fue construido en 1837 por el pintor francés Juan Bautista Vermay, quien era además arquitecto y músico.
En 1891 La Habana ya tenía dos teatros líricos -el Tacón y el Payret-; dos de zarzuelas, -el Albisu, para los peninsulares, y el Alhambra, más frecuentado por los criollos-, y el de Irijoa (después teatro Martí).
Fue en el año de 1853 cuando se presentó la primera zarzuela cubana en La Habana El duende, por la compañía de Carlos Robreño. La zarzuela en general, fue muy exitosa. en ese año se presentaron veinte obras distintas de las cuales siete se escribieron en Cuba.
La zarzuela, por ser cantada y hablada en español, se convirtió en fuerte contrincante de las óperas italianas y francesas. Hubo zarzuelas en el Cervantes, en el Albisu, en el Irijoa, y en el Torrecilla. Albisu fue el principal teatro para zarzuelas en Cuba, aunque no el de más lujo y de mayor tamaño, como fue el teatro Tacón, después Teatro Nacional, que se inauguró en 1838. Cabían sentadas 2.787 personas, más 750 de pie. Aunque el más lujoso de todos fue el teatro Esteban, inaugurado en Matanzas en 1863; cambia el nombre a Sauto en 1902 y se mantiene abierto hasta los años 20 del pasado siglo, en que cerró sus puertas. El autor de este trabajo tuvo la oportunidad de visitar este teatro cuando ya se había convertido en museo. Dice Pérez Sanjurjo que el teatro Sauto era uno de los mejores de Cuba y fue costeado por suscripción pública, formándose una sociedad por acciones de $100 cada una. La noche de la inauguración se escogieron para llevar a escena el proverbio de José Jacinto Milanés, gran poeta cubano, A buen hambre no hay pan duro y la comedia El hombre de mundo por Ventura de la Vega. Al señor Ambrosio C. Sauto, ilustre benefactor de Matanzas, aunque nació en Pinar del Río, se le debe el nombre del teatro.
En el teatro Tacón se estrena en 1889 la zarzuela de Ignacio Cervantes Exposición o el submarino Peral, aunque este compositor es conocido principalmente por sus danzas, de las que escribió unas cuarenta. Cervantes es un caso único de formación europea, y sin embargo, sus danzas son netamente cubanas.
En 1896 se estrenan en el Teatro Payret las zarzuelas Cuartel Maestre y Los Ríos de Perdihuela ambas de Eduardo Sánchez de Fuentes, (1874-1944) autor de bellas melodías como Corazón, la habanera Tú, Linda Cubana y La volanta. Eduardo Sánchez de Fuentes procedía de una distinguida familia de intelectuales; alumno de Hubert de Blank. Fue sin duda uno de los músicos y compositores cubanos más completos.
En los finales de la segunda década del pasado siglo se presentan en el Teatro Nacional La Doreya y El Caminante, ambas también de Sánchez de Fuentes. Quizás un obstáculo para el desarrollo de la zarzuela autóctona en Cuba lo haya sido la escasa producción de voces "líricas" especialmente masculinas. Son pocos los nombres de tenores, barítonos y bajos del patio que descollaron en Cuba.
Aunque muchas compañías de teatro lírico visitaron el país, en su mayoría italianas, sus artistas preferían cantar en su idioma vernáculo, además de traer ya su propio repertorio.
En 1928 se inauguró el teatro Auditorium, que fue la sede de Pro-Arte Musical, institución ejemplar en la cual muchos artistas de fama mundial hicieron presentaciones en Cuba.
Entre los años 1920 y 1930 proliferan los conservatorios de música como el Hubert de Blank, el de Benjamín Orbón, el Peyrellade, el conservatorio municipal de La Habana "Félix Alpízar", y surgen academias de canto como la de Lalo, la de Mariano Meléndez, la de Rafael Jardines, (donde estudió este autor), la de la yugoslava Mariana de Gonich y la de los esposos italianos Tina Farelli y Arturo Bovi donde aprendieron la técnica del canto sopranos, barítonos y tenores de la talla de Francisco Naya, tenor lírico que cubrió un espacio de tiempo en la historia del canto clásico en la isla.
En los años finales de la década del veinte del presente siglo y en los años 30 florece el teatro lírico cubano y entran en la historia de Cuba los compositores Gonzalo Roig, Ernesto Lecuona, Rodrigo Prats, Luis Casas Romero, Eliseo Grenet y otros, quiénes compusieron bellísimas melodías de rango operístico. Al popularizarse la radio, se divulga la música de zarzuela al nuevo público.
Gonzalo Roig, autor de canciones mundialmente conocidas como Quiéreme mucho, compone la más grande de las zarzuelas cubanas, Cecilia Valdés, que, junto a María la O de Ernesto Lecuona constituyen las dos zarzuelas cubanas más populares.
Cecilia Valdés se estrenó el 26 de marzo de 1932 en el teatro Martí de La Habana. Está basada en la novela del mismo nombre de Cirilo Villaverde con libreto de Agustín Rodríguez y José Sánchez Arcilla. El papel de Cecilia correspondió a la soprano mexicana Elisa Altamirano en vez de a Caridad Suárez, como originalmente se había programado.
En este mismo año de 1932 se estrena El Clarín, también de Roig. El cafetal de Lecuona se presenta en el Payret de La Habana; esta zarzuela había sido estrenada en 1929 en el teatro Regina, también de La Habana.
Se vuelven a escenificar Rosa La China de Lecuona, Soledad de Rodrigo Prats y Niña Rita escrita en colaboración por Lecuona y Grenet.
En 1935 se estrena María Belén Chacón y Amalia Batista, ambas de Rodrigo Prats, y se vuelve a presentar Cecilia Valdés. En 1948 se graba esta zarzuela por la firma discográfica de Fernando Montilla y con un elenco cubano.
Cecilia Valdés es un ejemplo de la riqueza y de la variedad de la música cubana en la cual se entremezclan ritmos de origen africano y también tonadas con muchas reminiscencias de la madre patria. Así tenemos en ella la contradanza, el pregón, la habanera, y el tango congo representado por el Po Po Po.
En 1938 se funda la Opera Nacional con cantantes como Zoila Gálvez, Carmelina Rosell, y Carmelina Santana y se inaugura la temporada con varias óperas como La Traviata, Tosca y Caballería Rusticana.
Otro gran compositor cubano lo fue Eduardo Sánchez de Fuentes. Se dice que ha sido el más completo músico y compositor habanero. Escribió varias óperas, entre ellas Yumurí, estrenada en 1898 en el Albisu. La ópera Kabelia, la última de sus obras, fue estrenada en el teatro Nacional en 1942 (dos años antes de morir el compositor), bajo la batuta de Gonzalo Roig y cantada por el tenor español Hipólito Lázaro.
Sánchez de Fuentes escribió además tres operetas, Caballero de Plata, Por un beso y Eva y un ballet completo con el título de Dione. Toda la obra de este compositor está enmarcada dentro de un verdadero cubanismo.
Otro gran compositor lo fue Jorge Ankermann Rofart (1877-1941). Es el más prolífico de los compositores cubanos con cerca de 3,000 obras. Autor de Flor de Yumurí, canción bellísima, y de zarzuelas como Isla Feliz y Aires de otoño. Su sobrino, Rodrigo Prat y Llorens (1910-1980), el último de los grandes compositores de este ciclo, y que ya mencionamos, compuso zarzuelas de gran contenido folklórico como Soledad, María Belén Chacón estrenada en 1935, Amalia Batista, La Habana que vuelve, Guamá, Locura y El gran desfile.
Ernesto Lecuona y Casado, iniciador de la época más importante del teatro lírico en La Habana y del estilo costumbrista en sus zarzuelas, compuso las siguientes: El Cafetal, María la O, Los curros del manglar, Rosa la china (que es en realidad un sainete lírico) Lola Cruz y El Batey. Todas las anteriores con libretos del poeta cubano Gustavo Sánchez Galarraga. Este binomio Galarraga-Lecuona hizo época en la historia de la zarzuela cubana.
Otras zarzuelas de Lecuona son: Sor Inés, Cuando La Habana era inglesa, La de Jesús María, La niña Rita -con Eliseo Grenet- La Tierra de Venus -que contiene la canción internacionalmente conocida Siboney-, Por una mujer, en colaboración con Grenet, y La plaza de la catedral. Lecuona además escribió dos óperas, El sombrero de Yarey, que no llegó a terminar, y El Maizal.
Moisés Simons fue popular por ser el autor de Marta, canción cantada y grabada por el famoso Beniamino Gigli y por el tenor mexicano Alfonso Ortiz Tirado y por su El manisero, que universalizó la genial Rita Montaner. Escribió una sola zarzuela: La niña Mercé.
José Marín Varona, (1859-1950) con su zarzuela El brujo, de tema costumbrista cubano.
Eliseo Grenet (1893-1912) compuso zarzuelas como La niña Rita en colaboración con Lecuona, que contiene el famoso tango congo Mama Inés, La virgen morena (representada en España con gran éxito), El mendigo, y La camagüeyana.
Luis Casas Romero (1882-1950) escribió más de veinte zarzuelas costumbristas, entre las que destacan El teniente alegría y La moneda nacional. Dos canciones han pasado a la historia: El mambí y Si llego a besarte. Y Julio Gutiérez, más conocido por sus canciones, escribió una zarzuela El solar.
En esta época y posteriormente, descollaron cantantes valiosos que contribuyeron con sus bellas voces a popularizar las arias de las zarzuelas cubanas en boga. Citemos solamente, a manera de ejemplo, los nombres de algunos: entre las voces femeninas Rosario García Orellana, Hortensia Coalla, Zoila Gálvez, Caridad Suárez, Tomasita Núñez, Maruja González, Rita Montaner y Marta Pérez; entre las masculinas, Francisco Naya, Francisco Fernández Dominicis, (tenor cubano que cantó doce temporadas en la Scala de Milán), Mariano Meléndez, que dirigió la academia de canto de su nombre; Ramón Calzadilla, Emilio Medrano, José Lematt, y Francisco Obregón.
Hay dos compositores que, aunque no compusieron zarzuelas, debemos recordar: Amadeo Roldán (1900-1939) y Alejandro Caturla (1906-1940). Ambos llevaron la música cubana a los más altos niveles internacionales. Sus obras sobre música cubana no pueden dejarse de mencionar en ningún trabajo sobre música clásica.
En los años 50, Marcos Redondo y su compañía de zarzuelas visitan Cuba. También lo hace la compañía de zarzuelas de Moreno Torroba, con el matrimonio formado por la soprano Pepita Embil y el barítono Plácido Domingo (padre del tenor del mismo nombre).
Montílla, la compañía discográfica, se decide a grabar tres zarzuelas de Ernesto Lecuona: Rosa la china, María la O, y El Cafetal. Son las únicas versiones de estas zarzuelas que han quedado en disco. Desafortunadamente, se emplearon cantantes españoles, lo que impidió darles a las grabaciones el sabor criollo que el autor se propuso al componerlas. La misma firma Fernando Montilla grabó Cecilia Valdés con artistas del patio y logró una genuina versión de la obra.
Mencionemos nuevamente a Pro-Arte Musical en Cuba que hizo extraordinarios aportes a la cultura musical. Gracias a esta institución ejemplar los cubanos pudimos conocer y escuchar a los más grandes divos y músicos y artistas famosos.
A pesar de la situación revolucionaria, Pro Arte Musical trató de mantenerse activa, pero hubo de celebrar su última función en septiembre de 1967, con un programa de canciones cubanas, muchas de ellas selecciones de zarzuelas, en el Lyceum and Lawn Tennis Club, ya que el teatro Auditorium, su sede por muchos años, había sido confiscado por el gobierno en 1960.
En el exilio cubano son incontables los esfuerzos que se han hecho para mantener y divulgar la rica cultura musical lírica de Cuba (una de las más fértiles de América.)
En Miami mencionemos, entre otras, la sociedad Pro-Arte Gratelli, que ha contado con el entusiasmo de artistas cubanos como la mezzo-soprano Marta Pérez y otros que han mantenido, sorteando enormes dificultades, el arte lírico musical cubano e internacional en la capital del exilio. El año 1996, esta sociedad artística presentó en Miami la zarzuela de Lecuona Lola Cruz con gran éxito, bajo la dirección musical del maestro Alfredo Munar y cantada por la formidable soprano Martica Ruiz Saavedra.
En la zona noreste de los Estados Unidos se han hecho intentos loables para dar a conocer el arte lírico por grupos de amantes del género, como el fundado hace varios años: Amigos de la zarzuela.
Otros esfuerzos dignos de encomio se han realizado en el Town Hall de Nueva York; en el teatro Park de Union City; en la iglesia San Rocco de North Bergen y en la iglesia San Agustín de Union City por la compañía lírico musical.
Se presentó hace varios años Cecilia Valdés, entre otras zarzuelas, en el teatro Park, con la actuación de los artistas cubanos Ana Margarita Martínez Casado y Efren Puig.
En el teatro Repertorio Español se presentó la revista musical Habana -con selecciones de zarzuelas cubanas-; que se mantuvo durante varios años en cartelera.
Antes de trasladarse a Miami la soprano cubana América Crespo (recientemente fallecida) nos ofreció varios recitales de canciones cubanas, entre ellas muchas de zarzuelas, en el teatro de la asociación Hijos y amigos de Fomento.
El recién fundado grupo lírico Rita Montaner ha brindado varias funciones en el condado de Hudson, en New Jersey, con las actuaciones de artistas prestigiosos como Mirta Puig, Esteban Falcón, el tenor René Rodríguez y otros más, y con la dirección del pianista Gilberto Pérez Labastida.
Y esperamos que en un no lejano día la zarzuela resurja en Cuba (donde hay actualmente compositores y cantantes de calidad) y en el mundo hispánico, porque el alma artística del cubano está allí intacta, inviolada.