VIENA
Y BUDAPEST
Llegamos a Viena a las doce y media del mediodía. Como era temprano para almorzar, decidimos quedarnos en el centro y recorrer un poco los lugares que teníamos más cerca.
No hay duda de que Viena es una ciudad de contrastes sumamente atractiva. Ha descubierto que la gente puede seguir de marcha por la noche en las calles medievales, en Spittelberg o en Copa Cagrana.
El casco antiguo tiene casi 2 km de diámetro. En su centro se encuentra la plaza de la catedral. Los palacios y museos del gigantesco complejo del Hofburg constituyen una ciudad en sí misma, que atraviesa el Ring prologándose en los museos de la plaza de María Teresa y en el Museumsquartier.
El Ring es el gran bulevar que ciñe el casco antiguo: 4 Km. de museos, parques y edificios monumentales. Entre el Ring y el Gürtel se hallan los barrios céntricos de Viena con museos, edificios importantes y zonas de compras y bares.
En las islas del Danubio, al otro lado del Donaukanal, se encuentra el antiguo barrio judío de Leopoldstadt, con los parques del Prater y el Augarten, así como las nuevas urbanizaciones y parques de ocio del Danubio.
La tranquila vida vienesa transcurre en los barrios del otro lado del Ring, no en el centro. El centro, cosmopolita y mundano, se las da de gran urbe con gente de negocios y riadas de turistas. Hasta cierto punto es como el centro de cualquier capital europea: las mismas tiendas de cadena, terrazas en la calle y anodinos edificios de posguerra, pero también hay vieneses, y esos si que no han cambiado desde los tiempos del emperador.
La plaza de la catedral es el centro del casco antiguo, punto de encuentro y nudo de comunicaciones subterráneas. Aislada en el centro de la plaza se alza la catedral de San Esteban, con su torre conocida por Steffi. Hasta bien entrado el siglo XVIII la plaza era un camposanto que se había ido llenando de cadáveres y se desbordó con la peste de 1763. El ilustrado José II, en 1745 ordenó quitar las lápidas, derribar la hilera de casas que lo cerraban y formar la gran plaza actual, acabada en 1803.
La catedral resume siete siglos de arquitectura e historia de Viena, marcada hasta el siglo XV por los esfuerzos de crear un obispado que diera lustre a la residencia de los Babenberg y de los primeros Habsburgos. Su táctica fue tener catedral antes que obispo y aunque en 1469 el templo ya estaba prácticamente concluido, hasta 1723 no fue arzobispal, o sea, catedral.
La zona peatonal, por donde hicimos un breve recorrido, se encuentra ante la plaza de la catedral. Es un cuadrado formado por la calla que salía en dirección a Corintia, el foso del campamento romano y el mercado de carbón. El comercio que predomina es de buen tono,; abundan las joyerías y las boutiques de alta costura, pero no falta allí las conocidas cadenas internacionales de moda joven y tiendas de precios más asequibles.
Una leyenda cuenta que en 1455 el maestro Hans Puchspaum terminó el abovedamiento del templo que se construyó sobre la basílica románica, en estilo gótico y ya en tiempos de Rodolfo III, obra empezada en 1304, y que duraron más de 200 años. Hubo un momento en que las obras se interrumpieron y el maestro envidioso de lo bonita que era la primera torre, hizo un pacto con el diablo. Este le ayudaría a construir otra torre mejor, y a cambio, el maestro no nombraría nunca más a Dios ni a los santos. Pero un día que estaba en el andamio vio a su mujer atravesar la plaza y la llamó: “¡Maria, María!” y el diablo lo tiró desde los 60 m de altura.
La Emperatriz Sisi
Elisabeth von Österreich, la mujer más bella del mundo (1837-1808), nació en el seno de una rema secundaria de los Wittelschacher, la casa real de Baviera. Durante un viaje a Badlschi, “la ciudad perla del Salzkammergut”, el emperador Francisco José, de 22 años, se enamoró de ella que contaba con apenas 15 años, y un año después contrajeron matrimonio, empezando a partir de entonces una desgraciada vida de adulta durante la cual fue esclava del personaje que le tocó representar, y de los atributos de su famosa belleza.
Después de escuchar esta leyenda, nos acercamos a un restaurante en la Plaza de San Esteban, y allí almorzamos para continuar nuestro viaje hacia Budapest. Nos prometimos volver en otro momento a Viena para descansar un poco allí, y deleitarnos con los bellos edificios y museos de esta hermosa ciudad.
BUDAPEST
Llegamos a Budapest al atardecer. Mi impresión desde el primer momento fue buena. Sus amplias calles y sus edificios con una altura máxima de cuatro o cinco plantas, me dieron la sensación de mucha luz sobre sus avenidas donde observé mucha vida con el vaivén de las personas de un lado a otro. Había vida en esta ciudad dividida por el Danubio.
En la parte oeste del río se encuentra Buda, zona montañosa, y al este Pest, región más plana.
Desde Buda, situada en una colina se divisa toda la ciudad. Aquí se formó el primer núcleo urbano que conserva los vestigios históricos y monumentales más antiguos. El Monte Gellért es una colina rocosa de 235 m de altura, al sur de la colina del Castillo, sobre el cauce del río. Esta colina está coronada por la fortaleza y el monumento de la Liberación. En su ladera norte se encuentra el barrio del Tabán donde hay baños termales.
Pasando a Pest está Bélvares, una zona desarrollada modernamente. Aquí se encuentra el Parlamento y Városliget, donde predomina el ecleticismo arquitectónico del siglo XIX imperial y clásicos. Estos barrios cosmopolitas son lo que tienen mayor vida nocturna.
Volviendo a Buda, a la Colina del Castillo, encontramos dos áreas bien diferentes entre sí. En una está al Palacio Real a la izquierda, y a la derecha la Ciudad Antigua, donde vivía la población en la Edad Media.
Esta colina adquirió su importancia histórica en el siglo , cuando el rey húngaro Béla IV trasladó la corte a Buda y construyó una fortaleza para defender la ciudad ante posibles ataques.
Este bastión fue inexpugnable hasta la ocupación turca de 1541, año a partir del cual Buda y la fortaleza fueron objeto de incendios, epidemias y asedios. Sin embargo, y a pesar de las numerosas reconstrucciones que han tenido lugar, la estructura urbanística de la Edad Media se ha mantenido hasta el presente.
El Palacio Real.- La visión de la silueta del Palacio Real desde Pest, en la otra orilla del Danubio es una de las imágenes más características de Budapest.
En este lugar donde se encuentra el Palacio existía ya desde el siglo XIII una fortaleza. En la época de Segismundo de Luxemburgo cuando se levantó un palacio gótico al que se añadieron aposentos, cuarteles, iglesias, conventos y jardines, que serían la base arquitectónica del castillo que hoy se contempla. Tras las destrucciones a manos de los turcos y de los cristianos que reconquistaron Buda, María Teresa de Habsburgo mandó construir un palacio barroco en 1715 en el mismo lugar.
Las ampliaciones culminaron a finales del siglo XIX, a fin de añadir aposentos reales para ser habitados por Francisco José y Elizabeth.
En la actualidad, las seis alas del Palacio albergan el Museo Ludwig y el Museo de Arte Contemporáneo, la Galería Nacional, el Museo Histórico y la Biblioteca Nacional.
Iglesia de San Matías.- Es el monumento más destacado del distrito del Castillo, y el edificio religioso más importante de Budapest. Su nombre recuerda al rey Matías Corvino, que contrajo matrimonio en ella en dos ocasiones. En el exterior del recinto encontramos una estatua de San Esteban, primer rey de Hungría.
Los Puentes de Budapest.- Hay ocho puentes sobre el Danubio. El Puente del Ferrocarril del Norte es el que como su nombre indica, el que está situado más al norte. Después tenemos el Puente Arpad, que es el único que permite entrar en coche en la isla Margarita. Después tenemos el puente Margarita, que apoya su centro sobre el extremo sur de la isla. El puente de las Cadenas es el más conocido y el más antiguo. Simboliza la unión entre las dos ciudades. El Puente Isabel con 290 m de longitud y de un blanco reluciente, fue inaugurado en 1964. El Puente de la Libertad tiene 331 m. y está decorado con el Curul, ave legendaria símbolo de los antiguos magiares, siendo quizás es más bello de la ciudad. El Puente Petófi, más moderno, fue terminado poco antes de la Segunda Guerra Mundial. El Puente del Ferrocarril del Sur es el último de los puentes de Budapest sobre el Danubio.
PEST.- Esta región cobró impulso a principios del siglo XI cuando Buda se mantuvo en un complaciente letargo tras las destrucciones sufidas en su azarosa historia. En esa época se superó el perímetro de la antigua ciudad medieval con un desarrollo acelerado que convirtió a Pest en una activa urbe con amplias avenidas. En Pest no quedan vestigios medievales.
El Palacio Karoly construído en 1832 en estilo neoclásico sobre una antigua mansión barroca, alberga el Museo de la Literatura de Hungría y la Biblioteca de Sandor Petófi, donde se exponen al público numerosos objetos y originales de grandes escritores húngaros
El Barrio Judío está en un rectángulo cuyo interior conserva cierto sabor del Budapest de antes de la guerra. Considerado el centro del judaísmo ortodoxo de Budapest, conviene precisar que antes de la contienda mundial, la comunidad judía de la capital húngara vivía repartida y perfectamente integrada por toda la ciudad. Fue tras la creación del gueto judío por los alemanes en 1944, cuando la mayor parte de la población hebrea de Budapest se trasladó a esta zona. Actualmente, al margen de tres sinagogas, no existen muchos vestigios del carácter hebreo del barrio.
En el Parlamento.- Todo el conjunto urbano alrededor del edificio, lleva el sello de un siglo XIX imperial y clásico con predominio de un eclecticismo arquitectónico.
Ya en el interior lo primero que vemos es la Escalera de Honor donde se combinan diferentes estilos en torno a las columnas de granito que sustentan el techo con pinturas alegóricas de Károly Lotz. En la cima de la escalera encontramos el Salón de la Cúpula, de ingeniosa estructura de estrella que incrementa la sensación de amplitud.
En el centro del salón se expone desde 1998 la corona real y otros símbolos de la monarquía. El tesoro real incluye corona, cetro, espada y casulla. El salón de Sesiones es una gran sala en forma de herradura rodeada por una compleja estructura de palcos y galerías con ventanas que filtran una luz difusa sobre el espacio del salón con decoración neobizantina. Hay 438 sillones para los diputados y ministros del gobierno. El presidente y vicepresidente ocupan una plataforma elevada.
Isla Margarita.- Esta isla es conocida también como “Perla del Danubio”. Está situada entre el puente Margarita y el puente de Árpád. Durante la Edad Media fue un importante centro religioso. La princesa Margarita, hija del rey Béla IV, murió en uno de sus conventos. Los turcos pusieron fin a las disputas monásticas, destruyendo la mayoría de los conventos e instalando en la isla sus harenes.
El Mercado Central.- Este es un lugar no puede dejar de visitarse en Budapest. Es un edificio de ladrillo y acero con dos torretas cubiertas con tejas multicolores. Este mercado de abastos fue concebido por Samu Pecz en 1896 para una exposición. Es luminoso en su interior y tiene un sorprendente entramado de hierro. En la parte inferior se distribuyen los puestos dedicados a los mejores productos gastronómicos de Hungría, con lugares de honor para la exhibición de tiras de páprika y ristras de salami. En el piso superior están los puestos de artesanía, bordados y cerámica.
Gastronomía .- Para los primeros platos tenemos la sopa halazle, con una base de pescados del Danubio, la sopa de callos, la sopa de gallina y el goulash húngaro, que es una sopa elaborada con carne de vaca, verduras y patatas a la que se añade páprika.
En los platos segundos o principales, encontramos el porkolt, que es un estofado de carne parecido al goulash pero más espeso, el tokary que es una variante del anterior pero con la carne en lonchas finas y una salsa de cebollas, champiñones, guisantes y crema agria. Otro plato típico es el tottkaposzta, coliflor rellena de carne picada y arroz recubierto con salsa de nata ácida. Entre los pescados hay una especie de lucio del lago Balatón, muy semejante en sabor y textura a la carpa.
Entre los postres los más exquisitos son las palascintas, que son unas tortas rellenas de mermelada y chocolate fritas en aceite, y el célebre pastel dobostorta, hecho de moca y caramelo. También están los bizcochos con crema, nueces y pasas bañados en chocolate y nata, y los rétes, que son unos pasteles de hojhaldre rellenos con requesón, manzana, cerezas, ciruelas o guindas.
Los quesos en general son de oveja o de mezcla de vaca y oveja. También hay un queso más corriente que entre sus ingredientes tiene hinojo y páprika.
En cuanto a vinos, existen varias regiones vinícolas que con su climatología privilegiada y ricos suelos, producen caldos de calidad. Es muy conocido el Tokaj Aszu, vino blanco muy dulce indicado para los postres y que se considera uno de los más caros del mundo.
Entre los blancos secos, los de más fama son los que proceden de las colinas volcánicas del norte del Balatón y del Mátra, como el Abasári Rizñling Tokaj y el Egri Leányka.
Entre los tintos el más tradicional y popular es el Egri Bikkavér.
Otra de las especialidades húngaras son los aguardientes y licores digestivos. Es muy solicitado el aguardiente de albaricoque, y el de ciruela de Szatnmar, y para los paladares hispanos tenemos el licor digestivo Unicum.