TESTIGOS EN AVILA

 

Hace unos días hicimos un breve recorrido por Ávila con motivo de Las Edades del Hombre en esa ciudad.

Empezamos nuestra visita por la casa natal de Santa Teresa y otros lugares de interés en el centro de la ciudad, cuya descripción voy a dejar para otro día ya que hoy solamente voy a referirme a lo que vi en la exposición, que era el motivo principal de mi viaje. La exposición se encuentra en la Catedral y fue inaugurada por sus Majestades los Reyes unos días antes de mi visita con el nombre de TESTIGOS.

La exposición está compuesta por 7 Capítulos que fuimos recorriendo tomando nota y admirando todo el arte que en cada uno se nos ofrecía.

 

 Capítulo I - “El Fuego del Espíritu”

Este capítulo nos recibe con un cuatro de Diego Rosales “Pentecostés”, de la segunda mitad del siglo XVI. Es un óleo sobre tabla que habitualmente podemos contemplar en la iglesia de Santa María del Castillo, Flores de Ávila (Ávila).

Esta obra representa Pentecostés y es la imagen que ha servido de anuncio de la exposición. Aparecen en esta tabla la paloma, símbolo del Espíritu Santo, que desciende sobre la Virgen y los apóstoles, los primeros Testigos de Cristo., y leemos “Llegado el día de Pentecostés, estaban todos reunidos en un mismo lugar. Vino del cielo un ruido como el de una ráfaga de viento impetuoso, que llenó toda la casa en que se encontraban. Quedaron todos llenos del Espíritu Santo y se pusieron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les concedía expresarse”

En esta sala se exhiben 58 piezas que se encuentran en diferentes de Castilla.

Sería interminable su descripción de modo que me referiré solamente a las que dan título a los diferentes Capítulos de la exposición.

 Capítulo II – “La Intrepidez de la Palabra”.

 Este segundo capítulo desarrolla la reflexión sobre la Iglesia, pues trata de acercarnos al conocimiento de las funciones eclesiales: la palabra, la celebración y la caridad. La palabra está calificada mediante la “intrepidez”, pues intrépidos se volvieron los que recibieron el Espíritu del Señor para testimoniar su fe en Ël y predicar su Buena Noticia. Lo hicieron a través de la palabra escrita y la palabra dicha.

“Entonces le dijeron: “¿quién eres, pues, para que demos respuesta a los que nos han enviado? ¿Qué dices de ti mismo?”, Dijo él: “Yo soy voz que clama en el desierto: Rectificad el camino del Señor, como dijo el profeta Isaías”... al día siguiente ve a Jesús venir hacia él y dice: “He aquí al Cordero de Dios que quita el pecado del mundo...””

Aquí en esta sala se encuentran 78 piezas entre las que destacan “San Juan Bautista. Anónimo (1556-1559) Esta figura está realizada en alabastro y se encuentra en el Sepulcro del Comendador Gonzalo Guiral en la Iglesia de San Nicolás de Bari, en Madrigal de las Altas torres (Ávila), y San Francisco, de Juan de Junio (1567-1569), es de madera policromada y pertenece al Retablo de la Capilla de los Alderete, iglesia de San Antolín, en Tordesillas (Valladolid).

 CAPITULO III – “El Gozo de la Celebración”.-

 La celebración acoge y actualiza la palabra y celebra la vida y envía a vivirla desde el encuentro con Jesucristo.

Por aquellos días vino Jesús desde Nazaret de Galilea y fue bautizado por Juan en el Jordán. No bien hubo salido del agua vio que los cielos se rasgaban y que el Espíritu, en forma de paloma, bajaba a él. Y vino una voz de los cielos: “Tu eres mi Hijo amado; en ti me complazco”.

En esta sala hay 43  piezas. Llama la atención el retablo “El Bautismo de Cristo procedente de la iglesia de la Asunción de Nuestra Señora, de El Barco de Avila. Aquí se muestra a Cristo sumergido en las aguas del Jordán semidesnudo, cubierto tan solo con el paño de pureza. San Juan Bautista con una cruz en la mano izquierda derrama el agua sobre la cabeza del Salvador con su mano derecha. En la otra ribera espera un ángel con la túnica

a roja de Jesús. En lo alto aparece el Espíritu Santo, en forma de paloma rodeado por una aureola luminosa.

 CAPITULO IV – “ La Osadía del Amor”.-

Decir vida cristiana es decir amor, servicio y entrega a los demás. Jesucristo lo vivió así y, por eso, nuestra vida cristiana tiene su fuente en Él.

Aquí vemos escenas de la vida de San Martín, óleo sobre tabla – fines del siglo XV . Se encuentra en la iglesia de San Martín Obispo en Bonilla de la Sierra.

Contemplamos escenas ingenuas y amables en las que se representa la generosidad del santo con los pobres.

Durante toda la Edad Media y una parte de la Edad Moderna, Martín fue el santo más popular de Francia. El día de San Martín, los campesinos celebraban la llegada del invierno con copiosas comidas, encendiendo grandes hogueras y pagando sus deudas, préstamos y arrendamientos. Debían pagar sus tributos en aves y era costumbre comer una oca esos días. A esto se debe que la oca sea el atributo de San Martín.

Hay un óleo de San Bernardo pintado por Francisco de Goya, 1787 – Procede del Real Monasterio de San Joaquín y Santa Ana (Valladolid).

Goya pintó este óleo por encargo del rey Carlos III para uno de los tres retablos del Monasterio cisterciense de San Joaquín y Santa Ana. El resultado fue una composición muy austera que preludiaba el gusto neoclásico que se estaba extendiendo por nuestra tierra, a finales del siglo XVIII.

Resulta sorprendente la diversidad de títulos que los estudiosos le han asignado al lienzo. Según unos, representaría a San Bernardo dando limosna a un mendigo: según otros, se trataría de la curación de un lisiado: no obstante dada la presencia de una jarra y del acto de bendecir, nos inclinamos a pensar que se puede tratar, más bien, de un acto caritativo del tipo de dar de beber al sediento e, incluso, cabría pensar en una alusión al sacramento del bautismo.

En esta sala hay 11 piezas en total.

CAPITULO V – “Por los Caminos de Agua: Madre de América”

En este año cuando se conmemora el V Centenario de la muerte de Isabel la Católica, no podía faltar la referencia al Descubrimiento y Evangelización de América en el contexto de “Testigos”.

Encontramos un óleo sobre tabla “Virgen de la Merced con los Reyes Católicos”, de Diego de la Cruz, (1485) – Se encuentra en el Monasterio de Santa María la Real de Las Huelgas (Burgos). Representa al modelo iconográfico de la Virgen tutelar o virgen protectora que acoge bajo su manto a los Reyes Católicos y a sus hijos. Las flechas que sostiene con su mano derecha, lanzadas por el demonio, de rabo alargado, brazos con membranas y cuernos, simbolizan los peligros de los que María protege a los Reyes, a finales del siglo XV.

Otro óleo de la virgen de Guadalupe de México, de Juan Correa, fines del siglo XVII. Procede de la iglesia de San Pedro y San Isidoro, Ciudad Rodrigo (Salamanca).

Este óleo es muy representativo de los especiales vínculos que unieron (y siguen uniendo) a las tierras españolas y las tierras mexicanas. En cada uno de los ángulos del lienzo se sitúan cuatro óvalos que representan la historia del indio Juan Diego y el ciclo milagroso guadalupano. Así mismo, a los pie de la virgen aparece pintada una vista del cerro de Tepeyac

En esta sala hay un total de 46 obras de arte.

CAPITULO VI -  “El Contrapunto de la Acción: SÓLO DIOS BASTA”

Este capítulo parte de Santa Teresa para pasar a San Pedro de Alcántara y cerrar con San Juan de la Cruz.

El contrapunto de la acción evangelizadora es la contemplación, la búsqueda continúa de Dios que transforma interiormente a quien lo intenta hasta llegar a afirmar que sólo Dios le basta, que no precisa de otros asideros ni de otras realidades.

“La casa jamás se adorne... ni halla cosa curiosa, sino tosca la madera: y sea la casa pequeña y las piezas bajas: casa que cumpla la necesidad y no superflua.- Sería engañar al mundo hacernos pobres no siéndolo en espíritu, sino en lo exterior”. (Teresa de Jesús).

“La noche sosegada – en par de los levantes del Aurora – la música callada – la soledad sonora – la cena que recrea y enamora” – (San Juan de la Cruz).

Encontramos un total de 34 obras en esta sala.

 CAPITULO VII – “Y siempre Jesucristo”

“Yo soy el alfa y la omega, el principio y el fin”

“Y toda boca proclame, que Jesús, El Mesías, es Señor...”

Estamos ante el Señor de la Historia. Señorío conquistado desde la Cruz. Un señor con biografía humana y con una andadura igual a la nuestra: antes y después, hoy y siempre, fuera de esa historia que custodia.

Contemplamos un Tríptico de Cristo Salvador del siglo XV atribuido al pintor flamenco Petrus Christus que nos invita a meditar acerca del papel de Cristo como Salvador de la Humanidad.

Conviene resaltar la luminosidad de los paisajes, los detalle, el efecto volumétrico de los pliegues de las telas y, en especial, el contraste de las tonalidades rojas y verdes, así como la brillantez de los tonos blancos.

“Entraron en el sepulcro y vieron a un joven sentado en el lado derecho, vestido con una túnica blanca, y se asustaron. Pero él les dice: “no os asustéis. Buscáis a Jesús de Nazaret, el Crucificado ha resucitado, no está aquí... id a decir a sus discípulos y a Pedro que irá delante de vosotros a Galilea; allí le veréis como os dijo.” Ellas salieron huyendo del sepulcro...”

En esta sala contemplamos 10 obras: Pantocrator, finales del siglo XII – Santa Faz, escultura en medio relieve, alabastro – Cristo Majestad – Relieve en piedra, finales del siglo XII – Arcángel San Miguel, alabastro – Cristo Salvador Bendiciendo, anónimo siglo XVI, pintura sobre tabla – Tríptico de Cristo Salvador, Petrus Christus, siglo XV – El Salvador, Gregorio Fernández, 1616, madera policromada – Angel Con Sacabuche, anónimo 1506-1514, pintura sobre sarga – Angel Tañendo el Arpa – anónimo , pintura sobre sarga – Cristo de la Zarza – anónimo, finales del siglo XII, madera de nogal recubierta con lienzo.

Cuando salimos de la catedral teníamos el corazón henchido de gozo. Habíamos estado durante casi dos horas con el Señor. Levantamos los ojos hacia el cielo que esa mañana nos lucía más radiante y azul que cuando empezamos nuestra visita.

Junio, 2004