SOCIEDAD HEDONISTA

 

                   La sociedad del nuevo milenio está marcada por el signo de la insolidaridad y el individualismo. Es una sociedad, un mundo egoísta y materialista, donde las individualidades se manifiestan en todos los órdenes sociales, ya no existe esa labor de equipo que hace años existía, esa camaradería trasnochada por los avatares del paso del tiempo, que nos pone a todos en su sitio y a la cosas también.

 

                   Ya no se comparten placeres sencillos con los demás, no se comparten pequeñas alegrías cotidianas, parecemos individuos autistas encerrados en nuestro caparazón y no queremos abrir nuestro corazón humano a nadie, a no ser que sea un amigo-a íntimo y le conozcamos bastante, recelamos cada vez más de todo y no nos fiamos de nada, ni de incluso nuestro vecino de la puerta de al lado y es más incluso cotilleamos a sus espaldas su reprobable modo de vivir, que quizás ni nos importa, ni nos interesa, pero con tal de inmiscuirnos en la vida de los demás y no vernos a nosotros mismos en el espejo reflejados.

 

                   No siempre se puede estar eufórico y lleno de vigor y energía, sería muy cansado estar así constantemente, pero en cambio hay otros días en los que estamos tristes y melancólicos e incluso días que llegamos a tocar nuestro fondo vital y pensamos desesperados que para que seguimos viviendo esta asquerosa vida, que nos trae nada más que problemas y tensiones, éstos días también nos vienen bien para demostrarnos a nosotros mismos que no somos dioses, que tenemos nuestras debilidades, que debemos aceptar con humildad, que nuestra buena salud se puede quebrar en cualquier momento, que no todo es gozo y placer, que esos momentos depresivos que laceran nuestro corazón, nos hace ser más fuertes al salir de la crisis y resurgimos como el Ave Fénix, con todo su poderío y esplendor.

 

                   Por eso siempre tenemos que contar con los que nos rodean, con nuestro círculo vital de amistades, aunque sean amistades de conveniencia y no sean profundas, con ellos podemos compartir momentos vitales y al menos escuchan nuestras alegrías y miserias cotidianas.

 

                                                           Juan Montero Lobo “Visnú”

 

 

 

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