SEPÚLVEDA
VILLA MEDIEVAL
Sepúlveda se encuentra en la provincia de Segovia y a unos 124 Kms. de Madrid.
Su nacimiento se remonta a la Edad del Bronce, hacia el siglo 1.000 a.C.
En el siglo IV a.C. aparece como un castro importante de los arévacos, pueblo celtibérico que tenían en Numancia y Tiermes sus núcleos principales.
Los hallazgos más importantes de su arqueología se han encontrado en el cerro de La Picota. Tras la conquista romana, la calzada y el puente Talcazo, hicieron suponer la existencia de alguna población, y fue en el siglo VII, en época visigoda, que volvemos a encontrar indicios de poblamiento
A principios del siglo VIII, Sepúlveda pasa a ser musulmana en una etapa que se extiende por más de dos siglos. De ella se conservan parte de las construcciones defensivas en la zona de El Postiguillo y en la Barbacana, y también unos canecillos de la cripta de Santiago.
El conde Fernán González, conde castellano, conquista Sepúlveda en el año 940, convirtiéndose en un núcleo de capital importancia en el avance castellano por tierras al sur del río Duero.
Fernán González concedió a los sepúlvedanos un conjunto de privilegios , base del Fuero, para potenciar la repoblación del lugar. Las tumbas antropomorfas descubiertas en la iglesia de Santiago, con los únicos vestigios de este hecho.
Posteriormente en el año 984, Almanzor se hizo con Sepúlveda. La toma fue violenta derribándose partes de la muralla. La segunda y última etapa musulmana duró veintiséis años, durante los cuales se levantó una torre de ladrillo y piedra en el que fue posteriormente barrio de San Andrés.
Ya en el año 1.010, y gracias a una maniobra política, el conde Sancho García recupera la villa y confirma sus privilegios. La posición estratégica de la villa propició un auge militar y económico que se extendió durante dos siglos. Se restauraron las murallas en 1.063, y se construyeron las grandes puertas románicas. En el año 1.076, Alfonso VI El Bravo, rey de León y Castilla, confirma el Fuero reconociendo este a Sepúlveda como cabeza de un amplio territorio que se extiende por parte de las provincias de Segovia, Madrid y Guadalajara. Esto significó el origen de la Comunidad de Villa y Tierra. Sus momentos fueron de esplendor, en los que el alejamiento de la frontera, sin ser lo suficientemente grande como para afectar negativamente a la vida económica, propició la tranquilidad suficiente para afrontar la construcción de los templos románicos.
El siglo XI supuso la continuidad del auge, sin embargo, a principios del siglo XIII se produce el alejamiento definitivo de la frontera de la Reconquista. La guerra de ser una fuente de riqueza, pero Sepúlveda pudo seguir prosperando gracias a los ricos recursos del territorio que le correspondía por el Fuero.
A mediados del siglo XIV Sepúlveda pasó a depender directamente de las reinas castellanas. Durante el siglo XV se produjo un conjunto de hechos marcados por la resistencia de la villa a perder su condición de realengo. Fue la reina Isabel la Católica quien confirmó definitivamente esta condición.
El siglo XVI es nuevamente un siglo de pujanza económica basada en la producción agraria del alfoz sepulvedano y en su gran cabaña ovina que producía lana para la industria de los paños. En 1.520 se unió a la revuelta comunera. Tras la derrota de Villamar, Sepúlveda desapareció del primer plano de la historia.
En 1951 Sepúlveda es declarada Conjunto Histórico Artístico para proteger sus valores arquitectónicos y culturales.
Alguien dijo “Recorrer esta villa inextricable y misteriosa, deslizarse sin rumbo por sus calles hasta su corazón flotante, resulta siempre una aventura, porque Sepúlveda es una villa vetusta del interior, y que no tiene pares, ni rivales en el mundo.
Así pues, una vez en la Plaza del Trigo, donde se encuentra el Ayuntamiento, iniciamos nuestro recorrido por esta hermosa villa medieval.
En el interior del Ayuntamiento se conserva el ejemplar del Fuero Extenso de Sepúlveda y el archivo municipal. Contemplamos un retrato ecuestre de Felipe V.
A pocos metros está la plaza de España, parcialmente porticada. El caserío fue renovado en el siglo XIX y se compone de casas de varios pisos en las que destacan sus galerías de hierro sobre ménsulas de piedra.
El origen de la plaza está en un espacio abierto extramuros, donde se celebraban los mercados y las ferias. También se celebraban en ese lugar las corridas de toros y las celebraciones populares.
Al salir de la plaza nos encontramos con una escalinata que da acceso a la iglesia de San Bartolomé, uno de los rincones más pintorescos de la villa. En la escalinata contemplamos una columna rematada por una cruz renacentista sobre capitel corintio.
La iglesia de San Bartolomé es un templo en origen románico (s. XII) que ha sufrido varias reformas. Consta de una sola nave rematada por un ábside de sillería. La nave se cubre con cubierta de madera sobre arcos de piedra. El ábside se cierra con bóveda. Hay dos capillas añadidas a los lados de la nave a modo de crucero. La torre en el lado sur, está construida en sillería. En su parte superior vemos sencillos arcos de medio punto.
Rodeamos la iglesia y salimos a la calle de Sancho García, por donde subimos hasta la pintoresca calle de Lope Tablada de Diego. A la izquierda bajamos por un estrecho túnel y llegamos al barrio de San Gil, más conocido como Las Trampas. Aquí las casas son más altas debido a la pendiente, y están cimentadas directamente sobre la roca caliza, lo que da al caserío un aspecto similar al de las “casas colgadas” de Cuenca.
Al salir de Las Trampas subimos por unas escaleras que dan a la parte de atrás del Ayuntamiento para llegar a la calle Bajada de los Bueyes, y al barrio de San Esteban, en el que estaba la morería. De la iglesia de San Esteban solo quedan los restos del ábside románico y la torre, ya que desde finales del siglo XVII está en ruinas.
A continuación entramos en la plaza de las Pucherillas, uno de los rincones mejor conservados de Sepúlveda. Hay una hornacina junto a la puerta románica del Río, que alberga la imagen de la Virgen de las Pucherillas, talla gótica que recibe su nombre de las cazuelitas de barro con las que se iluminaba. Seguimos hasta la calle de los Fueros. Aquí vemos la iglesia de Santiago. Es un templo románico (siglos XII y XIII de una sola nave, está construida en mampostería y rematada por un ábside con arquerías de ladrillo. La torre de mampostería se compone de dos cuerpos. Separada de la nave por un estrecho pasillo, aparece una cripta funeraria prerrománica cubierta por una bóveda de cañón. En el suelo, que es de roca, están excavadas varias sepulturas antropomorfas de la segunda mitad del siglo X. En la portada hay una imagen de San Juan Evangelista.
Saliendo de Santiago encontramos unos arcos apuntados de piedra rematados con bolas, considerados como uno de los accesos a la Judería, desaparecida en 1468. Retrocedemos para adentrarnos en la parte estrecha de la calle del Conde, donde se encuentra la casa del conde de Sepúlveda. Tiene un balcón con exuberante decoración. El frontón con el escudo de armas se sostiene en columnas barrocas.
La calle del Conde
termina con las primeras escaleras que suben hacia el Salvador. Un poco más
arriba se levanta la casa de los González de Sepúlveda, que data del siglo XVI.
Se construyó adosada a los torreones que dan a la plaza, en el lugar que
posiblemente ocupó el castillo-palacio. En su fachada vemos los blasones con
las armas de la familia. Pasando por el túnel vemos la muralla sobre la
Barbacana, continuando nuestro recorrido volvemos a la esquina donde se
encuentra el teatro Bretón, construido en 1838 y continuamos por la escalinata
que sube hacia El Salvador. Este templo corona el caserío de la villa y desde la
explanada que lo rodea divisamos el inicio gradual de las Hoces del río Duratón.
La iglesia de El Salvador se comenzó a construir en 1093. Es un edificio románico de una sola nave rematada por un ábside semicircular. Junto al muro norte se sitúa una torre exenta, comunicada con la nave por un estrecho pasillo abovedado. Es una torre fortaleza que cumple con una función religiosa como parte del templo y una función militar complementado a las defensas del recinto amurallado de la Villa.
Completa este conjunto una galería porticada adosada a los muros oeste y sur. En el lado sur se abren ocho arcos repartidos en cuatro arcadas y apeados de dos en dos de las columnas centrales que están rematadas por robustos capiteles decorados. En el lado oeste se encuentra un muro liso ya que las arquerías han desaparecido.
Esta iglesia fue construida en sillería que tienen marcas de los canteros que la trabajaron. Los capiteles y canecillos están decorados con motivos geométricos vegetales y animales.
Dejamos a nuestra derecha la torre de El Salvador y descendemos por la calle de El Corpus hacia la casa del Señor. Esta casa pertenece a la cofradía del mismo nombre. Vemos un copón con la Sagrada Forma sobre el dintel de la puerta. Consta de un solo piso de planta rectangular. Subimos las escaleras y franqueamos la puerta, encontrando de frente una cueva que hace la función de bodega. A la derecha y a lo largo de toda la estancia, hay dispuestos bancos y mesas que crean una sorprendente sensación de profundidad. La capilla está al fondo siendo este lugar reservado para los cofrades.
Hay una estrecha vereda frente a la Casa del Señor. Esta vereda es el inicio de la calle de Fernán González. Bajando con cuidado llegamos a una casa hidalga con una de las más bellas fachadas de Sepúlveda.
Giramos a la izquierda por la travesía de los Caballeros Pardos y salimos a la calle de los Santos Justo y Pastor, a la altura de la parroquia de la que toma su nombre.
San Justo es un templo románico de tres naves rematadas por sendos ábsides.
Este es un caso único en el románico de la villa. Sobre la estructura románica se han realizado sucesivas reformas que han transformado notablemente su aspecto primitivo. En el interior se San Justo hay tres arcos consecutivos que separan la nave central de las naves laterales. Los tres ábsides se cubren con bóvedas de sillería. En las naves laterales las cubiertas son de madera.
Accedemos desde la nave central a la cripta que consta de tres capillas que coinciden con el ábside.
La torre es de mampostería reforzada con sillares en las esquinas. En la parte superior hay ventanales con arcos de medio punto. La escalera del interior es de caracol muy estrecha.
La decoración escultórica se concentra en los capiteles, molduras y canecillos. En el interior de la cabecera destaca un capitel con la representación del martirio de los Santos Justo y Pastor. Parte de la obra románica podría ser del siglo XII (Las sucesivas reformas impiden ver el fechado de la iglesia).
En el siglo XIII se realizó una primera reforma en la que se añadieron las n aves laterales. En el siglo XVI se adosó en el muro norte la capilla sepulcral con las armas de los Gonzáles de Sepúlveda, y más tarde la sacristía. La fachada lateral se añadió a finales del siglo XVIII.
Al salir de San Justo bajamos por la calle del vado del barrio de San Milán. A la derecha quedan restos de la muralla árabe, de la zona de El Postiguillo. Llegamos a la casa de los Gil de Gibaja, quizás la más antigua de Sepúlveda, como denota su fachada románica rematada por el blasón familiar. Traspasando la puerta encontramos el patio central porticado. Es de gran belleza y alrededor del mismo se distribuyen las estancias de la casa.
Frente a la casa giramos hacia la primera esquina a la derecha y llegamos a las ruinas de San Millán. Esta iglesia es de una sola nave y cabecera rectangular dividida en dos tramos con una torre adosada en el muro norte. San Millán pertenece al románico más primitivo de Sepúlveda.
Volvemos a la calle por la que subíamos y continuamos hasta dar de frente con el muro de un jardín. Girando a la derecha por la Bajada de Santa María, llegamos al Santuario de Nuestra Señora de la Peña.
La única nave se remata con una cabecera semicircular. Ambas están cubiertas con bóvedas de sillería. El pórtico se adosa a los muros sur y oeste de la nave. La torre situada junto al muro norte de la nave se divide en dos cuerpos.
El tímpano se sustenta en un dintel decorado y sobre él se disponen tres arquivoltas también decoradas. En el centro del tímpano aparece el Pantocrator rodeado por las representaciones de los cuatro evangelistas. Hay una inscripción en la torre que nos indica que la fecha de su construcción es el año 2.244. Avanzado el siglo XIII se efectuó la reforma del ábside. El camarín de la Virgen y la sacristía fueron añadidos en el siglo XVII.
En el interior de la iglesia destaca el retablo barroco del siglo XVIII situado en la cabecera en el cascarón de la bóveda románica. En la hornacina central y flanqueada por columnas salomónicas, aparece la imagen de la Virgen de la Pena, considerada como románica tardía. Es la patrona de Sepúlveda y de su Comunidad de Villa y tierra.
Subimos por la calle Comandante Cristóbal y cuando esta empieza a descender encontramos a nuestra derecha la casa de las Conchas. Recibe este nombre por las cinco conchas que adornan su fachada junto a dos blasones.
Más adelante y frente a San Justo se levanta la casa de los Proaño, conocida como “casa del Moro”. Su fachada plateresca está presidida por la cabeza de un moro y un alfanje. Su presencia está relacionada con la leyenda de la toma de Sepúlveda por Fernán González en el transcurso de la cual el alcalde musulmán Abubad luchó en combate singular con el conde castellano quien de un terrible espadazo partió adarga, yelmo y gran parte de la cabeza. Los blasones son iguales que los de la casa de los González de Sepúlveda. Hubo un largo pleito entre las familias que se consideraban con derecho al uso de estas armas tenidas como las propias de los descendientes de Fernán González . Al final fueron los Proaño los que ganaron el pleito.
Al otro lado de la bocacalle está el Jardín de la Señora, rincón tranquilo y umbrío en el que la tradición sitúa la conversación mantenida entre doña María de Salinas y el cabecilla Balmaceda, que evitó que los carlistas saquearan la villa.
La puerta del Ecce Homo es un arco de medio punto entre dos cubos de planta cuadrangular. Fue construido en época románica, alterándose su disposición original cuando los cubos se convirtieron en viviendas.
Por debajo del arco salimos a la calle de la Barbacana. El lienzo de la murallas la continuación de los restos del castillo. La parte superior es almenada. En su base hay unas zarpas o basamentos escalonados construidos con sillares romanos de gran tamaño. Este tipo de estructura es característico de la arquitectura omeya y se fecha a principios del siglo X.
Llegamos de nuevo a la plaza de España terminando así nuestro recorrido por Sepúlveda.
No quiero dejar de mencionar las fiestas y tradiciones de Sepúlveda.
EL CORPUS se celebra sesenta días después del domingo de Pascua de Resurrección. El Santísimo sale en procesión bajo palio precedido por los pendones y las varas de la cofradía. En la Plaza se une la Virgen del Amor Hermoso.
SAN MIGUEL es el día 29 de septiembre. En esta fecha se celebra la fiesta de la patrona de la Comunidad de la Villa y tierra de Sepúlveda, la Virgen de la Peña. A diferencia de las romerías marianas que se celebran en la comarca, la Virgen de la Peña no sale en procesión. Esta se reserva para las grandes sequías o peligros.
El día 30 de septiembre tiene lugar los “Remates”, tradicional subasta de los presentes ofrecidos a la virgen por los devotos. Durante el acto, las jarras de vino se reparten entre los asistentes para animar su generosidad.
EL DIABLILLO se celebra el 23 de agosto, víspera de San Bartolomé. Cuenta la tradición que esta noche San Bartolomé suelta al diablo de las cadenas que le atan. Para la fiesta se enciende una enorme fogata junto a la iglesia. Al anochecer se apagan las luces del pueblo y varios mozos disfrazados de “diablillo”, vestidos de rojo y con luces en la cabeza, corren entre los asistentes repartiendo escobazos. Una vez retirados los diablillos al interior de la iglesia y “encadenados” de nuevo a San Bartolomé, se ofrece limonada a los asistentes y comienza el baile.
LOS TOROS – Estas son las fiestas más multitudinarias y alegres de Sepúlveda. Se celebran con el último fin de semana de agosto. Su carácter es profano y no tiene relación con ninguna festividad religiosa. El primer día es el jueves. Tras el desfila de las peñas, entre la explanada de la virgen de la Peña y la Plaza Mayor, y el pregón a cargo de alguna personalidad relacionada con la villa. El alcalde tira un cohete indicando el inicio de las fiestas. Los días siguientes se desarrollan de forma similar. Por las mañanas tienen lugar los encierros que corren por la Barbacana, la Plaza Mayor y la calle de Isabel la Católica hasta la plaza de toros. Ya de noche tiene lugar el baile en la plaza. El último día, el lunes, es el día de los mozos Representantes de tres peñas son los encargados de lidiar las vaqu8llas en la corrida de la tarde, al término de la cual finalizan las fiestas.
Y ya para terminar, quiero mencionar la gastronomía de Sepúlveda. Su plato típico por excelencia es el cordero asado, gracias al cual la villa ha alzando justa fama.
El lechazo se hace en horno de leña, se divide en cuartos y se presenta en tarteras de barro. Para su elaboración solo se añade un poco de manteca y sal. Los complementos ideales para un buen lechazo asado son una ensalada de lechuga y tomate de las huertas, el pan de hogaza y un vino de la Ribera del Duero.
Además del cordero, se pueden degustar una gran variedad de platos de la cocina tradicional de Castilla, entre los cuales destaca la sopa de ajo, plato que siempre es bien recibido para comenzar una comida, especialmente en invierno.
El cerdo como en toda Segovia, tiene gran importancia en la gastronomía de Sepúlveda. Destacan el chorizo y la morcilla hecha con la sangre del cerdo, arroz y cebolla sabiamente condimentada. Conservados en aceite, el chorizo y el lomo de la olla son un entremés incomparable.
Entre los pescados de río siempre han tenido gran fama las truchas, acompañadas de una loncha de jamón o panceta.
Además de los postres típicos como son el arroz con leche, las natillas, el ponche segoviano o la leche frita, la repostería destaca por su bollería, cuya tradición enlaza con la presencia de los musulmanes en esta tierra. Los soplillos, las rosquillas, las pastafloras, las capuchinas y los sobados son las especialidades más celebradas.