EN ESTE RINCÓN

 Instantánea literaria

 

         ¡Delicioso lugar propicio al ensueño! ¡Cómo agradezco tus regalos!: frescura, verde tranquilidad, susurro eólico, cuasi soledad, cánticos de aves…

         A mi espalda un camino de tierra sirve de guía a intermitentes paseantes que pronto me dejan. En el último cuarto de hora han recorrido la senda tres personas.

         Inmediatamente cerca de mí se hallan varios arbustos que me proporcionan sombra. Ya más lejos, a unos diez o quince metros, veo troncos de pino de gran porte. Y en el suelo la verde pradera me obsequia con relajado solaz a la vista.

         Un escondido pájaro canta su trino particular. Me recuerda su sonido a un canario que tuvimos hace tiempo pero seguramente se tratará de otra especie.

         Mi horizonte vertical alcanza los cincuenta metros salpicados de matas y árboles. Oblicuamente la visión es más restringida: tras unas matas se vislumbra otra senda.

         ¡Gracias, pájaro invisible, por tus gorjeos! Me parece que no es uno solo sino varios los cantores que me acompañan en este edén.

         Complemento ideal del verde esmeralda, un cielo intensamente azul me subyuga, así como las salpicaduras de blanca luz en el suelo.

         Ayudadas por el viento unas ramas se mecen como si me saludaran, luego se calman. Pasan unos minutos y vuelve el céfiro, esta vez a refrescarme el rostro.

         ¡Paradisíaco rincón, no me extraña que embelesases tanto a la Duquesa!

Alfonso Enríquez de Salamanca

 

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