Amor
Amor es el aroma terso y leve
en fuga de la rosa al son del viento,
amor es el clavel del sentimiento
que a secarse en la rama no se atreve.
Amor no es esa luz que sombras mueve
como sirio en el muro polvoriento,
amor es llamarada, rojo aliento,
tallando en sus entrañas su relieve.
Amor es esa flor nunca marchita,
ese aroma perenne, esa infinita
sed, que en senos del tiempo se amamanta.
Amor es el mirífico reflejo
que se enciende en la espalda del espejo
y en mitad de su sombra se agiganta.
ALFONSINA
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AL ARRIMO DE MI OTERO, DE ELIANA ONETTI
"Al Arrimo de mi Otero" es la más reciente contribución a la literatura de Eliana Onetti, poetisa cubana residente en España. No siempre llega a nuestras manos un material como éste, digno de leerse por sus múltiples valores. Se escribe tanta letra vacía, ajena al espíritu, que cuando se recibe un libro que se propone y cumple su objetivo y que abraza temas trascendentes, reconocemos de inmediato la presencia del texto esperado.
"Al Arrimo de mi Otero" es un libro que abarca dos géneros literarios, poesía y narrativa, por los que la autora camina con paso firme y reconocido éxito, y en los que se pone de manifiesto el sello que caracteriza la obra de Onetti: su gran preocupación por una humanidad que no encuentra su camino. Con ella convive, en ella piensa, con ella sueña, a ella se dirige en el marco de sus versos y de sus narraciones.
No son fáciles los temas que inspiran estos poemas. Las virtudes teologales, las virtudes cardinales, y otras cualidades tales como: la modestia, la perfidia, la inocencia, etc., por abstractos, requieren un alto nivel de inspiración. Encarnando las virtudes o cualidades a las que se refieren sus versos en la imagen de la mujer, la autora ha podido obtener un resultado genuinamente poético:
“Enciende sus pestañas de fulgores/ la fiebre de su ardiente fanatismo/ y el mágico rigor del ascetismo/ demuda de su rostro los colores/. Se nutre sobriamente de fervores/ que tienen resplandor de crucifijo./ Y no hay en sus entrañas más que un hijo: /El místico placer de sus dolores/. Tiene prendida siempre la mirada/ de una visión excelsa y venerada,/ ebria de éxtasis más que de vino./ Y el pecho flébil que huye del pecado/ florece cuando su Alma y el Amado/ coinciden al final de su camino./ Nació casta y mujer. Se llama fe. (Pág. 14.)
En medio de temas abstractos y de temas sociales, que atañen a las miserias de la humanidad aparecen, sin embargo, pinceladas de júbilo como las que encontramos en el poema Alegría:
“Alegría tiene en su cara morena dos destellos refulgentes:/ esos ojazos oscuros siempre cuajados de abril/ que brillan como ningunos diciendo al mundo: reid”./ El cuerpo se le alborota/ y toda su piel morena desde el tobillo hasta el pelo/ vibra y se tensa y conmueve al compás del canto negro. (Pág. 31)
El lenguaje conductor, tanto de los versos como de la prosa de Onetti, es depurado, alto, y siempre al nivel del sentimiento que se desea transmitir, destacando una gran imaginación y un profundo sentido de humanidad. Eliana comienza el sector narrativo con “La Cometa”, compendio de siete cuentos fantásticos, siete aventuras en las que la autora, abrazada a su cometa que, glosando sus palabras, constituye su propio yo, visita lugares increíbles. Al final de cada travesía regresa al hogar y en su remanso sueña. En estas escapadas por mundos irreales, aparecen imágenes desgarradoras de niños afiebrados y sin pan, de lugares tenebrosos donde habitan seres inmolados por la metralla, alternando con aventuras risueñas, niños dichosos, y sueños románticos. A través de sus cuentos la autora medita sobre lo que debe ser y no es, doliéndose de una humanidad que no alcanza a ser feliz. La prosa de estos cuentos es una prosa verdaderamente poética, con profusión de imágenes y en la que, en no pocas ocasiones, surge la rima:
“En la almena del torreón solitario, ateridas quedamos tan sólo mi cometa y yo bajo el lloro gris de una llovizna silenciosa, cuyo gélido contacto impregnaba el alma”. (Pág. 55);
“ De la madre, regazo de pomarrosa, sólo tiene la dulzura cuitada y la castaña sedería de las guedejas húmedas de fiebre”. (Pág. 44).
“¡Ay, quien pudiera volver el tiempo atrás, simplememte, o vivir en los recuerdos siempre, siempre! Pero el tiempo no se para; no tuerce su curso un río; no vuelve al nido vacío un ave muerta en invierno; y no puede un triste guante trocar su humilde destino” (Pág. 84).
"Al Arrimo de mi Otero" es un libro inspirador, que por las sendas del sueño nos lleva a la realidad, enfrentándonos con todo lo que ésta tiene de gozo o de infelicidad, nos induce a la reflexión, y despierta en nosotros la necesidad de urgentes soluciones.
P L E G A R I A
¡Jesucristo! Hombre nacido de Dios, encarnación de la luz, Tú, que cargaste la cruz, oye el clamor de mi voz. Voy de tu lábaro en pos contando al mundo mi historia, no imploro lauros ni gloria, a mi angustia sólo queda hallar la frase que pueda herir tu misericordia.
Tú, que sabes del tormento de traiciones y amarguras, cierra el abra de torturas que corroe mi cimiento. Necesito de tu aliento para apurar tanta hiel, tengo cárdena la piel de yugos y de cadenas marchita el alma de penas bajo la furia de Ariel. |
Sufro esta noche gris, cruda, de mastines, de ladridos, y metálicos silbidos rasgando carne desnuda. El amanecer se anuda al cuello en círculo fiero e l sol fustiga el acero de la cárcel en que vivo cantando un himno cautivo de esperanza y de lucero.
Preso en abismales rojos se debate mi estandarte, Hombre-Dios, vengo a ofrendarte mis ateridos despojos. No cierres, Cristo, los ojos a la hondura de este duelo, dadme un punto de consuelo donde apoyar mi orfandad y sembrad de libertad el páramo de mi suelo. |
VESTIDA DE SAL Y OLVIDO I
Desde la enhiesta catedral del llanto con los brazos mirando al infinito, América, te llamo en este grito mitad angustias y mitad espanto.
¿Cómo hacerte entender este quebranto de no ser y de ser tan sólo un mito? ¿Cómo hacerte entender que me has proscrito y me devuelve tu mudez el cato?
Mis huesos se blanquean en el leño, calcinado en la pira llevo el sueño de la hermandad que antaño nos unía.
Y vivo, si es que es vida este martirio, reclamando la lumbre de aquel cirio que apagó de un jirón tu cobardía.
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X
América, despierten tus volcanes, que tu grito estremezca el continente, levemos al unísono la frente junto al concierto de nuestros titanes.
América, retoñen huracanes de tus montañas a mi mar candente, une el tuyo a mi brazo combatiente, a mi afán de ser libre, tus afanes.
La hora del laurel y la azucena Alcanzará su tiempo y en la escena yo seré acusador, tú, la acusada.
Y cuando el sol de la justicia apunte tendrás que responder a quien pregunte el porqué me dejaste abandonada. Herminia D. Ibaceta
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