María Cristina Aliaga

 

 OMNIPOTENTE PRESENCIA

 

Lo sabemos.

Sabemos que estás porque sin hablarnos

te vemos en cada cosa que nuestros ojos graban.

Estás silencioso en el sonido ancestral

de todas las piedras y todas las aguas del mundo,

en las caricias profundas y heredadas

de nuestros antepasados,

en la raíz del pan, en la música, en la tez blanca

y en la piel oscura del aborigen que todavía llora

por un pedazo de tierra.

Estás y siempre te nos apareces hasta en las

cosas más simples que nos rodean a diario.

Así, estás en el tarro de la basura, entre

los desperdicios que los hombres desechamos

y que alimentan, sin pensarlo, a otros hombres.

Permaneces escondido en el ruido estridente

de las tantas casas disqueras

que ensordecen la ciudad.

Estás en la turbia mirada del delincuente delinquido,

en el juicio prepotente del ente desquiciado

y ansioso de poder.

Tú estás, en las cicatrices de la sangre negra

que se quedó en tierra en tiempos de esclavitud,

en las fogatas playeras, en los fanales

en los barcos y los bosques que entonan

canciones de costa a cordillera.

Estás, en ese coro tierno de palomas

que anuncia al atardecer que un niño ha nacido

como el inicio de la sangre que se renueva

en la humanidad toda.

Siempre estás y nos miras como si fuéramos

algo especial y diferente.

Y no somos así, JESÚS sino que

solamente TÚ nos ves así.

Pero si  TÚ no estás

vamos perdiendo en el tráfago citadino

nuestra propia identidad

y nos escapamos del presente y vamos lejos

y, es justo ahí, que te apareces

en la tierna mirada del perro callejero que aúlla

 sus penas a la luna y a la sombra de la vida.

Estás en las llagas del mendigo que arrastra

sus carencias como bandera de lucha.

Estás silencioso en el infierno y en el paraíso

de cada uno de nosotros,

en los territorios reales e irreales

que de cristal, fabricamos los humanos

y sigues estando por los siglos de los siglos

en el alma de esos seres que nacen destinados

tan sólo a soñar como gigantes.

Y te apareces en la marisma vertiginosa

de aquellos solitarios y sin destino,

en el graznido negro y oscuro de los cuervos

que surcan el cielo azul,

en el viento y en la nieve blanca y espumosa

que entumece los cuerpos cuando el alma

se ha dormido.

Estás en el último aleteo del colibrí

que de flor en flor deja su esencia.

TÚ, estás, siempre en las elegías,

en los poemas y en las aldabas

oxidadas de la memoria.

Estás entonando canciones de futuro

de ríos y de pueblos profanados,

Estás en las llagas y en los gusanos

del cuerpo que se ha marchado.

Tú eres y serás siempre

porque Tú estás limpio,

Dulce Cordero de Humildad,

porque permaneces en las grises

osamentas del desierto ebrio y taciturno.

Tú, permaneces siempre en el leño

que quema y socava hasta los pálidos gritos

de la aurora.

Tú, que eres, vegetal; sueño; rebaño;

Nube; tiempo; perdón;

Rama; orilla; cruz y entrega.

Tú que -según dicen algunos- eres

“ciudadano de segunda clase”

pero han olvidado que nos entregaste

el telar para que tejamos sin descanso

nuestras propias redes.

Tú, que tienes en el pecho

un nido abierto, una llaga, una garra

 y una espada.

Tú, el mismo que eres vino, agua

y la Sagrada Memoria.

 

Déjanos beber el vino, la poesía, las palabras

y los ruegos

y no vuelvas a morir ni te alejes

aunque en las sombras los ojos no te vean

y la mano cobarde, turbia y fantasmal

vuelva a clavar en tu costado una lanza.

Sé que es mucho pedirte pero, yo sé

que a pesar de todos los capullos

y las miles de mariposas nocturnas

que mueren día a día

irás para siempre en el corazón de los humanos.

Y si algún día volvemos a darte la espalda,

ten por seguro que detrás de las atávicas

oscuridades de la noche

encontraremos agazapadas las nostalgias

y las luces de nuestras almas ya apagadas

nos dirán en largo y profundo dolor,

que no es bueno, Jesús,

que no es bueno

olvidar tu sacrificio y la sangre de tus lágrimas.

 María Cristina Aliaga Luna

Curicó-Chile.

   

Quiero una buena vejez.

 

    Quiero que cuando llegue ese estado de la vida me encuentre con el alma encendida de optimismo. Sí. Porque la vejez no me va a impedir soñar, mantener el alma pura y limpia como en mis mejores tiempos.

    Quiero conservar esa alma de niño que me reqaló la vida. Quiero sonreír (con más o menos dientes). Mi belleza estará en cada uno de mis gestos.

    Quiero mantener mi mente alerta y despierta al que me necesita. Debo ser capaz de olvidar,  desechar los rencores que algún día mordieron mi alma.

    Quiero hacer las cosas sin buscar miles de razones para justificarme. Hacerlas  por el solo hecho de hacerlas. eso me hará sentirme feliz

    El ser anciano es aceptar el hecho de nuestro paso por la vida, por eso, debemos proponernos metas y efectuarlas; en caso contrario, el tiempo no nos esperará. ¡Debemos ganarle al tiempo !

    Camino a la vejez quiero ser capaz de ver mis debilidades y mis virtudes. Quiero sanar mis defectos, optimizar las virtudes, los sueños, las esperanzas. (Si no basamos la vida en la excelencia de un ser humano bueno y feliz no podremos tener una buena vejez)

    Quiero ser capaz de enfrentar mis desafíos con fuerza y decisión. Quiero ser como mi amiga Pilar: íntegra, feliz de estar viva. Los años no hacen la vejez. Es nuestro espíritu  el que la va formando. La vejez es sólo un estado, un gasto de materia no del alma. Entonces, el alma deberá estar por sobre todas las pequeñeces del espíritu.

    Quiero entender que mi trabajo me permitirá la realización total. Si amo verdaderamente lo que hago, lograré descubrir el lado bueno de la vida en las tareas diarias que realizaré con amor y fe.

    Quiero poder soñar siempre. Quiero que al levantar los ojos de la tierra que piso a diario, mi espíritu se eleve por lo alto dándome la esperanza de un mañana mejor.

    Quiero que comprendan mi nueva manera de amar; lenta, pausada, pero tan profunda y cálida como en mi mejores tiempos. ¡Qué bello será decir “Te quiero” con el pelo cano y el alma engrandecida!

    Quiero dejar en esta tierra lo mejor de mí para aquellas personas que me ha tocado formar en la vida. Quiero dejarles sueños, esperanzas y realizaciones.

    Quiero levantarme cada vez que caiga con un mejor espíritu de superación Sin dolores  ni maldiciones, sin fracasos, sino pensando que mañana será  un día mejor: **EL MEJOR DÍA DE M VIDA **

    Quiero agradecer el simple hecho de haber nacido, de estar viva, de poder soñar y poder llegar a  ese estado que todos llaman  Vejez.

    Quiero, eso sí, que entiendan mis cambios de ánimo, mi ocasional tristeza , mi calma física (pero no menos profunda) mis limitaciones en todo aspecto, el acortamiento de mi vista, mi andar pausado, mi  increíble anhelo de ser aceptada como un viejo, pero un viejo lleno de amor.

    Quiero tener una buena vejez y pondré en ello todas mis ilusiones, desechando los temores que me asaltan con los años.

    Quiero ser un viejo choro, una buena madre o un buen padre para los hijos, el mejor ejemplo de ser humano feliz que supo un día vivir con 1as penas y alegrías que le deparó la vida.

    Pero, para todo esto, necesito que Dios me regale tiempo y salud.

María Cristina Aliaga Luna

 

COMO TENUE SILBIDO

 

Habrá otro silencio

para despertar tu voz

arcilla de jarra sin sol

JOSÉ CARRIÓN CANALES

 

Habrá otros mares

otras espumas

otras estelas

sin sus caracolas

y allí estarás

indeleble

como libélula y

su átomo.

Serás, entonces,

a mi coraz6n y

a mi sentimiento,

ánfora de luz,

saeta de fuego,

serás vigilia,

y silbido tenue

de la noche.

Habrá otro silencio

navegante nocturno

y estaremos llenos

de lumbre y pájaros

en celo.

 

¡AY, criatura volátil

eterna y majadera!

 

Habrá ojos rojos

como el desierto

que llama a morir,

habrá lunes soles

con sus besos de

sol y lluvia

y allí estarás

criatura nocturna,

allí estarás,

eterno,

por los siglos

de los siglos.

 

 

Volver