Una Oración Para Estos Tiempos
Señor del Universo:
Líbranos de los males que corrompen el alma; ayúdanos a
crecer en tu bondad infinita.
Permítenos, además del pan de cada día, disfrutar de ese otro
manjar que los bienes materiales no pueden comprar, El Amor.
Danos la bondad suficiente para compartirlo, no solamente con
nuestros familiares queridos, sino también con amigos y semejantes.
Erradica la ponzoña de la avaricia de nuestros corazones; la
arrogancia de nuestro comportamiento, y déjanos ejercer la caridad sin
jactancias ni altanerías, con una sonrisa generosa y un caluroso apretón de
manos.
Danos la capacidad de análisis suficiente para convertirnos
en jueces de nosotros mismos, y así percatarnos de la calidad de nuestras
acciones, y de este modo, hacer un balance de los aspectos positivos y
negativos; y por favor, ayúdanos a superar estos últimos.
Oriéntanos por el camino que conduzca a Ti. Tú solamente,
Padre Celestial, puedes purificar nuestros espíritus y salvar nuestras almas.
Elimina de la faz de la tierra la irracional discriminación entre los seres
humanos, el odio y la venganza, y haz que en una mañana luminosa los aires sean
surcados por palomas, como sagrado símbolo de un abrazo eterno.
Navidad es . . .
Navidad es regalo del Señor, es derrotero y destino,
quien nos señala el camino que nos conduce al amor.
Es esperanza y candor en el altar de la fe,
que aunque existe no se ve la adoración que va en pos,
porque para amar a Dios no es necesario un porqué.
Navidad es alegría, es cultivar amistades,
tiempo de paz y bondades, recuerdos en lejanía.
Allá está la patria mía donde sufren los cubanos
de los malditos tiranos que esclavizan la nación,
y aquí añoro la ocasión de abrazar a mis hermanos.
Navidad, esencia y luz en sublimación cristiana,
es comenzar la mañana con un salmo y una cruz.
Es venerar a Jesús — del mundo su protector —
Cristo de bondad y amor en la vida y en la muerte,
y así brindar por la suerte de tener un salvador.
Navidad es perdonar; es olvidar los rencores,
plantar jardines de flores por la unidad familiar.
Es un tiempo para dar lo mejor de nuestro ser,
con entusiasmo y deber preparado para el viaje,
pues ya hice el equipaje para a mi Cuba volver.
En busca de Dios
No busques a Dios como algo tangible, que de esa forma te será imposible.
No busques al Señor como a un jurista, pues así no lo hallarás ante tu vista.
No lo busques en raciales prejuicios, que el Señor no padece de esos vicios.
No busques a Dios en la arrogancia; búscalo en la pureza de la infancia.
Búscalo en tu voz, búscalo en tu aliento; búscalo en la dimensión del
firmamento.
Dios está en la bondad y la armonía, y en el claro amanecer de cada día.
No busques al Señor con prepotencia, búscalo en el altar de tu conciencia.
No pidas ventajas para obtener la gloria; gánala en ti mismo con tu trayectoria.
No lo busques solamente en los altares, que Dios tiene que atender otros
lugares.
No tienes que verlo para amarlo a Él; Dios es el amigo que siempre será fiel.
No busques al Señor por baladíes antojos; muestra tu bondad postrándote de
hinojos.
No busques al Señor ostentando el poder; búscalo en tu alma, búscalo en tu ser.
Búscalo en el estoicismo y el dolor, búscalo en la humildad y en el amor.
Búscalo en la cañada y en el monte, y en el trino armonioso de un sinsonte.
Búscalo en la luz, búscalo en las sombras, y en todos los sitios donde tú lo
nombras.
Búscalo en la existencia que Él regala, pero jamás en el chasquido de una bala.
Dios está en el fulgor de tu mirada; el Señor está en el todo y en la nada.
En grandes ocasiones y en pequeñas cosas; búscalo entre las gardenias y las
rosas.
Busca a Dios en la montaña y en el llano, y en la mano encallada de un hermano.
Búscalo en los tiernos ojos de una criatura, y en las flores mustias de una
sepultura.
Búscalo hacendoso ayudando a la gente, búscalo en el valle, búscalo en la
fuente.
Y si abres el corazón a un buen amigo, allí estará Dios para brindar contigo.
Búscalo ahí, en la entereza de tu fe, que para adorarlo siempre habrá un porqué.
Búscalo en el río, búscalo en el verso; búscalo sin lentes por el universo.
Él está en todos los rincones del hogar, en el manso arroyo y en la furia del
mar.
Busca a Dios en la faena del taller, y en la armonía del hombre y la mujer.
Búscalo en el vientre de la mujer que espera, y en el surco abonado de la
sementera.
Si buscas al Señor muy profundo en ti, oirás en tu pecho el temblor de un sí.
Busca al gran Dios perdonando errores, búscalo en el huerto, búscalo en las
flores.
Pide al Señor que te muestre el camino; Él es tu guía, tu salvador y tu destino.
Dios te tiene reservada una misión, que será por siempre tu consolación.
Búscala en ti mismo, y así la encontrarás, y todas tus angustias quedarán atrás.
Dios está en la letra de una vieja canción, y en los rítmicos latidos de tu
corazón.
Dios es tu amigo; también tu confesor, si le hablas de espinas, Él te habla de
amor.
Búscalo en cualquier tiempo de la espera, y habrá siempre en tu vida primavera.
Y si a la salvación te diriges en pos, en el umbral del cielo encontrarás a
Dios...
Antonio A. Acosta
UN ECO DE LIBERTAD
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Al llegar a la tierra soberana
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DESTINO DEL POETA
El poeta es
como una gota de infinito
en la sequedad del desencanto,
donde viste de auroras
el claro horizonte de mil sueños.
Es como una vivencia que no duerme
en la negra pared de su nostalgia.
Es el alcance que no tiene,
al que trata de llegar con su palabra.
¿Qué otra cosa es el poeta
en este mundo de levadura flácida?
—Un latir de intentos, malogrado
en torrentes de sangre contenida
por la luna llena de la infancia.
Una obra inconclusa sin epílogo
en espera del polvo y el olvido.
Y un libro sin precio y sin carátula,
perdido en el desorden de un armario.
Binomio continental
De Asturias llegó Camín y a Cuba pronto se integra, para abrir el banderín de la poética negra.
España cruzó los mares y en Cuba dejó sus huellas; no son vinos ni olivares, no son luceros ni estrellas.
Europa y África fueron binomio de ébano y rosa. Sangre y cultura fundieron en la mujer más hermosa.
De Maisí a San Antonio, de Cienfuegos a La Habana, tenemos en patrimonio, la gran mulata cubana.
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Mi poesía Para Ángeles Amber
raíz y simiente de mi infancia. Es el clamor que busca una salida,
la gardenia que cuida su fragancia. es refugio de paz y de añoranza, donde alzan su vuelo las gaviotas buscando un nuevo grito de esperanza. |
Mi poesía no obedece a colores ni linaje, no valora al hombre por su oro,
ni por su posición ni por su traje. pero jamás encallecer el corazón. Unir en un binomio, en fuerte lazo, la justicia humana y la razón.
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Navidad en flor
Celebremos Navidad con la devoción cristiana, Que en nuestra patria cubana se brindaba en hermandad. y en el campo y la ciudad cultivemos una flor, con entusiasmo y amor de la gardenia a la rosa y llegar a Cuba hermosa en la bondad del Señor.
Navidad es tradición cristiana de eternidad, y en armonía y bondad espigaba la ilusión; pues era consolación para el pueblo y su unidad, disfrutar con dignidad al llegar las Navidades, y celebrar las bondades de vivir en libertad.
La vida sube en escalas para alcanzar otros puertos, y en la isla de los muertos el amor se crece en alas; pues aquellas horas malas impregnadas de maldad, no tendrán actualidad al romperse las cadenas, y así vendrán horas buenas al celebrar Navidad.
Antonio A. Acosta Diciembre 2006
SEASON’S GREETINGS |
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Mis Gardenias del Alba
Siento el regreso cabalgando sueños y destilando agravios. Mis gardenias del alba marchitaron temprano y ya no florecen con los aires de otoño. Mis gardenias lejanas son las novias del alma; mis novias del recuerdo, del verso y la nostalgia. Mis gardenias del alba lloran su agonía de pétalos en cierne en las tristes veladas de las noches de invierno. Y aquí en este andar de mil caminos aún estoy hambriento de otras lunas, desafiando distancias y contando luceros. En mis manos hay surcos de preñados futuros y un concierto de trinos orquestando mi mente. |
Hoy debiera gritar la herida del destierro con un dardo de angustia en mi pecho latiendo, pero aún guardo el perfume de mis mañanas viejas; de mis años de espigas en mi frasco de sueños. ¡Cuánto duele la ausencia en los patios desiertos, desgarrando futuros, deshojando promesas y sembrando imposibles en las calles del tiempo! ¡Cuánto añoro el perfume de mi huerto distante, dibujando quimeras en mi escuela de campo! ¡Cuánto duele la ausencia cuando el verbo ya sangra y el clamor impotente te corroe los huesos! ¡Cuánto duele esta ausencia mordiendo las entrañas; marchitando en espera mis gardenias del alba...! Antonio A. Acosta |