Dr. Orlando Saa

 

Cosmovisión



No fue la quimera
de efímero sueño.
Hablaba conmigo
bajo pensamientos.

Repetía mudo
en mi orbe modesto:
“Sí, reside todo
en el universo.
Evade tu claustro
de exiguos deseos
y habita conforme
al mundo completo.”

Tras claro estribillo
comprendí sereno
que el alma está sola
si vive entre espejos
contemplando el rostro
de propios desvelos.

Mi meditación
entendió el secreto:
“Siempre está vibrando
la voz del silencio.”

 

 

Sueño de invierno

 

Se cenó la puerta

nadie estaba dentro,

yo conmigo solo

temblaba de miedo.

Sin llave ni abrigo

en aquel invierno

las nubes lloraban

como si corderos

vinieran a abrirme

el cerrojo terco.

 

 

 

Los copos caían

y agrupados tiernos

tapiaban la entrada

de mis aposentos.

-Todo en el contorno

enigma y silencio-.

 

A mi ángel custodio

acudí con ruegos.

Pronto un vendaval

desde el ventisquero

sacudió el portón

y me brindó acceso.

Así de repente

desperté del sueño.

 

Voces del silencio

 

Venga conmigo el silencio

al circo de las palabras

pudoroso en sus secretos

desde la inicial jornada.

 

¿Y clausurado el torneo?

Todo pasa y nada pasa.

 

Mantenga fiel sus misterios

entre las voces más altas

y los délficos desvelos

en contemplación extática

 

¿Y entre los locuaces juegos?

Todo pasa y nada pasa.

 

Retenga sus pensamientos

durante las hueras hablas

en afónico concierto

de disonantes guitarras.

 

¿Y en apócrifo apogeo?

 Todo pasa y nada pasa.

 

¡Qué frívolo es el rodeo

ante sigilosas almas!

 

Con la virgen del silencio

he rubricado mi alianza.

 

 

 

        Reflejos

 

Eran como reflejos

entre luces y sombras,

a veces en el cielo,

a ratos en la atmósfera.

 

En verano destellos,

en invierno aureolas.

De día crisantemos

y por las noches rosas.

 

En los valles espectros,

en los montes antorchas,

en oriente jilgueros,

en occidente alondras.

 

En el norte misterios,

en el sur sordos dogmas,

hacia la izquierda piélagos,

y a la derecha costas.

 

Y en renglones inciertos

la esencia de las formas.

 

 

Entrada en el espacio

 

Cuando entró en el espacio

no sabía del tiempo,

el nombre de los astros

ni la ruta del cielo.

Ignoraba los vastos

signos del universo

y el mudo itinerario

de los mares y océanos.

No entendía los grados

de los polos opuestos

ni el temblor del acaso

ni la tregua del sueño.

Cuando avanzó hacia el atrio

de inefables secretos

vislumbró en sus vocablos

sílabas del misterio.

Comprende hoy los peldaños

desde el umbral del centro

bajo ojivales arcos

al corazón del Evo.

               

 

Algo sé de las noches

 

                   Algo sé de las noches

                   en veladas de invierno

                   cuando del Polo Norte

                   vapulean los vientos.

 

                   Conozco bien las voces

                   de los sufridos muertos

                   vivos entre los hombres

                   en voraz cautiverio.

 

                   Entiendo los azotes,

                   las fracturas de huesos,

                   las gargantas discordes

                   de espíritus perversos.

 

                   Pero, inocentes pobres,

                   ¿por qué lloran el duelo

                   de sus vidas deformes

                   en un mundo completo?

 

                   Mientras contemplo el Orbe

                   perplejo indago al cielo.

 

Del libro "De tiempo, espacio y armonía"